En principio este post no iba a ser un artículo, sino una reseña de Alucinadas IV y Terroríficas. Pero después de haber leído los dos libros, uno casi a continuación del otro, me pasó una cosa muy rara. En vez de quedarme pensando en cómo enfocar las reseñas, qué aspectos destacar, qué relatos me habían gustado más y ese tipo de cosas, la idea que me vino a la cabeza fue: “estos relatos son tan buenos que podrían haber sido elegidos por cualquier jurado de cualquier convocatoria mixta. ¿Por qué tienen que quedarse en una antología solo de autoras? Y ya no me salía reseñar, me salía discutir conmigo misma, confrontar algunas cosas que sé con otras que siento, y no siempre van en la misma dirección. Una cosa que sé es que las mujeres están editorialmente subrepresentadas en la literatura en general y en el género fantástico en particular, y que es necesario corregir ese sesgo. Una cosa que siento es que las autoras que acabo de leer son tan buenas como cualquier autor que haya leído en antologías de relatos. Y entonces es cuando me repatea que, para que yo haya podido leer esos cuentos, se haya tenido que convocar un concurso solo para escritoras.
Que quede claro que no considero que una antología solo de autoras sea una categoría inferior. Al revés. Me gustan las antologías de autoras. Apoyé el crowfunding convocado para que Alucinadas IV y Terroríficas vieran la luz en papel. Tengo el I Premio Ripley y me compraré el segundo en cuanto salga, y en el Celsius me hice con Distópicas y Posthumanas. Me gustan nuestras autoras, me gustan sus relatos y me encanta tenerlas reunidas en antologías. Me considero feminista y comprometida con toda campaña de visibilización de autoras de la que tengo noticia, primero como lectora tuitera y ahora también a través de esta página. Y si explico todo esto es para que quede claro que este artículo no pretende ser una crítica a los concursos y convocatorias para autoras. Solo quiero reflexionar, ver en qué punto estamos y tratar de discernir si es el momento de dar un paso más.
A partir de la idea que me asaltó al terminar de leer las dos antologías, me puse a pensar y a recopilar información sobre las convocatorias literarias solo para mujeres, sus objetivos y sobre lo que creo que aportan al panorama literario en general, y al de la literatura de género en particular.
En la web de Palabaristas, editorial que convoca las antologías Alucinadas y Terroríficas, podemos leer:
En abril de 2014, tras debatir la lamentable ausencia de escritoras de ciencia ficción (al menos publicadas), Cristina Macía y Cristina Jurado deciden ponerse manos a la obra y lanzan una convocatoria dirigida a mujeres que escriban ciencia ficción en español. Así nace Alucinadas 2014: Antología de Relatos de Ciencia Ficción escrita por Mujeres
Y en la del I Premio Ripley:
Con el fin de fomentar la visibilización de las autoras y de animar a la escritura de ciencia-ficción y terror entre las escritoras, PORTALDELESCRITOR y TRISKEL EDICIONES convocan este certamen de RELATO CORTO para escritoras residentes en España
Por lo tanto, ambas convocatorias tienen un doble objetivo: visibilizar a las autoras y suplir la carencia de publicaciones de autoras de género. Distópicas y Poshumanas creo que deberían considerarse aparte porque, además de recopilar relatos ya publicados, sus objetivos son otros, más académicos, o con un enfoque más histórico. Desde mi punto de vista, tratan de demostrar que autoras españolas de género ha habido desde siempre y de ofrecer una muestra de las obras y autoras más representativas.
Todo empezó en 2015, cuando Lola Robles, Teresa López-Pellisa y Sofía Rhei buscaban publicar la recopilación de cuentos de ciencia ficción escritos por mujeres españolas que habían escrito en el género durante muchos años
Estos dos libros van un poco en la línea de otra antología menos conocida pero que no me resisto a citar, porque me gustó mucho y porque tiene reseña aquí, aunque no incluye ninguna autora española. Se trata de Se fabrican esposas por encargo y otros relatos: Ciencia ficción y utopías de escritoras en la frontera de los siglos XIX y XX, editada y traducida por Isabel Alquézar y Berta Lázaro. En cierta forma, esta antología sería complementaria de las de Lola Robles y Teresa López-Pellisa.
Recapitulemos. A fecha de hoy, Alucinadas lleva cuatro convocatorias y el Premio Ripley dos. Eso significa que hay en el mercado seis antologías de cuentos solo de autoras. Si les sumamos Terroríficas, Distópicas y Poshumanas, ya son nueve. Diez si tenemos en cuenta la de Alquézar y Lázaro. Diez antologías de mujeres en solo cuatro años. Y son antologías que cuentan con bastante repercusión tanto en medios como en redes sociales. El fandom las conoce, las compra, las lee, las comenta. Las autoras envían tantos relatos y de tanta calidad en general que las seleccionadoras siempre se quejan de lo difícil que resulta escoger unos cuantos para ser publicados. Todo esto son buenas noticias. Es evidente que se están haciendo esfuerzos en la dirección correcta y que esos esfuerzos dan sus frutos.
La pregunta que me surge a raíz de estas reflexiones es: ¿el objetivo de visibilización no estará ya conseguido, o a punto de serlo? Es más, de seguir insistiendo en esta línea ¿no se corre el riesgo de saturar el mercado de antologías de autoras y que resulten incluso contraproducentes? Más aún cuando tienen que competir con antologías de visibilización de otros colectivos o géneros literarios que han ido surgiendo (Iridiscencia, Empotradoras…).
Otra cuestión a tener en cuenta es quién lee las antologías de autoras. Sin tener datos en la mano, apostaría la cabeza a que su público mayoritario son mujeres y algunos hombres que sí están concienciados del sesgo machista en el sector editorial y tratan de compensarlo. Pero ¿queremos que nuestras autoras sean visibles solo para este sector, que ya está convencido de que las mujeres tenemos mucho que decir en el género fantástico, o el objetivo es que sean visibles para todo el mundo, para cualquiera que entre en una librería, en una plataforma de distribución de libros o en la página web de una editorial?
Si el objetivo es el segundo, creo que las antologías que solo incluyen escritos de mujeres no son el mejor instrumento. Ningún señoro, de esos que no miran el género del autor, solo la calidad del libro, las va a leer. En cambio, es posible que sí lea o compre antologías mixtas. Así que este me parece otro argumento para animar a nuestras autoras a que no esperen convocatorias para mujeres. Que se animen a enviar sus trabajos a cualquier convocatoria en la que puedan encajar. Que los envíen a revistas y editores que acepten manuscritos. Cuando salgan publicados, los leeremos los de siempre, y también algún señoro.
Quizás estas reflexiones me surgen porque personalmente sí estoy un poco saturada de antologías en general. En el último año he leído unas cuantas, tengo otras tantas en la pila y no dejan de aparecer otras nuevas. Sinceramente, me da un poco de pereza ahora mismo ponerme con ellas. He vuelto a leer novelas y sagas. Y cómo no, me puse a buscar novelas de género escritas por mujeres, en castellano y publicadas en 2018. Busqué por mi cuenta (gracias a La Nave Invisible por existir) y pedí ayuda en redes sociales. Y el resultado no ha sido nada esperanzador.
Novelas cortas y relatos de autoras encontramos más. Sobre todo relatos. Y es lógico. Las autoras mandan sus cuentos a las convocatorias de antologías y, si no resultan elegidos, los publican ellas mismas en Lektu, blogs personales y por otros medios. La novela corta es un formato que está resurgiendo, muchas editoriales independientes le están dando prioridad sobre otros formatos, y algunas de ellas se preocupan expresamente por publicar autoras. En ese sentido, creo que se ha dado un gran paso, y que esto ya no hay quien lo pare, lo cual me alegra infinito. Pero ¿y la novela?
Y sé que a lo mejor estoy mezclando la velocidad con el tocino, pero la impresión que tengo es que nuestras autoras se lanzan a escribir relatos, quizás animadas por las convocatorias de antologías, lo cual en sí no es malo, pero aún les falta dar un paso más: atreverse con obras más largas, y publicarlas.
Y ahí entra el segundo objetivo de las antologías: cubrir una carencia, la de autoras de género publicadas.
En el sector editorial la diferencia estadística entre autores y autoras publicados aún es significativa. Eso es innegable. Yo misma, que soy consciente de los sesgos existentes y trato de compensarlos haciendo un esfuerzo consciente por leer autoras, me sorprendo a veces cuando hago recuento mensual, y veo que sigo leyendo más autores. ¿Por qué? Puede que sea porque hay más oferta, porque las obras de autores alcanzan más reconocimiento y se publicitan más y mejor, porque de vez en cuando busco clásicos o multipremiados de la ciencia ficción, el terror y la fantasía, y ahí el sesgo ya alcanza la categoría de histórico. La evidencia es clara. Creo que habría que ahondar un poco en encontrar las causas y tratar de neutralizarlas.
En cualquier caso, si aceptamos que las antologías están sirviendo para visibilizar a nuestras autoras y para cubrir la carencia de publicaciones de escritoras, al menos en formato corto, ¿no es hora de dar un paso más? Redefinir objetivos, buscar nuevos planteamientos y nuevos instrumentos. Al menos, reflexionar sobre ello.
Yo lo he hecho, y puede que me equivoque en mis juicios, porque no tengo ni idea de cómo funciona el mundo editorial, ni de la cantidad de horas que puede llevar escribir una novela, ni de las dificultades que se puede encontrar una autora a la hora de publicarla. Mis reflexiones son solo las de una lectora que no sabe mucho, pero que ya va conociendo nombres y obras de autoras de género en castellano (por supuesto, gracias a convocatorias y antologías de mujeres) y va teniendo ganas de leer algo más largo de esas mismas autoras.
No creo que deban desaparecer las convocatorias de relatos para escritoras. Pero quizás sería conveniente reorientarlas. Que no sirvan solo para visibilizar y publicar a mujeres. Muchas de nuestras autoras ya son visibles y ya publican. De hecho, en las nueve antologías de autoras en castellano que conté más arriba hay muchos nombres que se repiten. Creo que corremos el riesgo de acomodarnos en “nuestras” antologías, y que estas pierdan su razón de ser, que se conviertan en un guetto, lo cual sería lo contrario de lo que buscamos. Hagamos que sirvan más bien para dar una primera oportunidad a autoras noveles, que no hayan publicado antes. Que nuestras autoras más experimentadas y con más tablas compitan con autores en antologías mixtas. No creo que les vaya a ir mal, siempre que los jurados sean imparciales (o mixtos también). De hecho, en la última convocatoria del Visiones, hubo más autoras que autores seleccionados.
Y si hay premios de relato para mujeres que han animado a nuestras autoras a enviar sus manuscritos, ¿por qué no puede haber premios de novela corta o de novela para mujeres, que animen a nuestras autoras a enviar sus trabajos más largos? No tengo ni idea de lo que puede costar o las dificultades que puede entrañar organizar algo así, y seguramente la única forma de hacerlo sería que alguna editorial se involucrara. Pero por proponerlo que no quede. Yo tiro el anzuelo, y a ver si pican.
Para terminar, no suelo hacer esto, pero esta vez sí que me voy a atrever, porque el tema creo que merece la pena. Me gustaría leer comentarios a este post (aquí en el blog, en Twitter, en Facebook, en mi correo electrónico, da igual), donde autoras y lectoras (hablo en femenino inclusivo, es una pena que todavía haya que aclarar estas cosas) deis vuestra opinión y, quién sabe, pueden salir ideas interesantes.
Latest posts by Consuelo Abellán (see all)
- Queremos que Blanca Mart vuelva a la palestra - 2 diciembre, 2019
- La tierra multicolor: ¿continuará…? - 22 noviembre, 2019
- Rebelión 20.06.19: informe de disección - 20 noviembre, 2019
Muy buena reflexión , Consuelo. Con la que estoy bastante de acuerdo. Yo creo que es importante lo que tu dices, llegar no solo a las mujeres (ya concienciadas) sino también a los señoros. Y eso solo se consigue con antologías mixtas. A lo mejor lo que hay que hacer es meter a dos invitados varones entre ocho mujeres, tampoco pasaría nada 😉
¡Gracias, Javier! Mira, esa es una idea que no se me había ocurrido.
Es que Javi escribir… justito. Pero pensar. Bohhhhhhhh.