- Autor: LJ SALART
- Edición: El Astronauta Imposible, 2018
- Nº de páginas: 108 páginas
- Formato: Rústica con ilustraciones interiores
- Ilustradora: Ariadna Sanz
- Edición limitada: 100 ejemplares numerados
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN: 9781721974238
- Fecha de lectura: junio de 2018
- Enlace de compra: Varias ediciones
No es nada sencillo hacer un comentario sobre este libro, al igual que no es sencillo sacarle todo el jugo mientras lo estás leyendo. No es un libro para leer en el metro, ni para leer con ruido ni rápido ni seguido; pero lo puedes leer del tirón y con un niño llorando a tu lado mientras viajas en el suburbano. Porque lo importante de este libro no es lo que está escrito, ni siquiera las estupendas ilustraciones interiores. Lo importante de este libro es lo que tú sientes mientras lo lees. Sentimiento que puede variar de un momento del día a otro, de la primera lectura a la tercera, de tu estado de ánimo y, sobre todo, de tu predisposición a abrir la mente a algo diferente.
Como veis, es imposible explicar lo que te vas a encontrar cuando abres Un cálido escalofrío. En el mismo párrafo me he contradicho, he hablado de momentos, de estados de ánimo, de lugares y hasta de niños llorando, pero no he hablado del texto. Tal vez esa sea la magia que encierra esta obra y que no se puede describir. Lo que tengo muy claro es que ha conseguido algo que a estas alturas pocos textos consiguen: que pare, me aleje de mi rutina y me pregunte a mí mismo el motivo por el que leo.
¿Qué es Un cálido escalofrío? por L.J. Salart
Lo siento, pero no me sale. Conjuro mis fantasmas para componer relatos que no os dejen dormir cuando os acurruquéis bajo las sábanas. Pero las historias se me vuelven luminosas como la caricia de un espectro: un cálido escalofrío.
Pensé en el concepto de sunshine horror, terror luminoso—en inglés suena mejor—, para describirlos. Pero no es terror, no dan miedo. Tengo claro que no van conmigo los fantasmas vengativos ni la sangre derramada por las paredes. Quiero creer que si alguien se queda atascado en este lado será más por amor que por odio. Quiero creer que los que se han ido no me han abandonado del todo y que, cuando siento un escalofrío, ha sido por un abrazo suyo.
Un cálido escalofrío no es una colección de historias de fantasmas al uso, es un relato íntimo sobre la naturaleza de las relaciones humanas y un viaje a través de los propios miedos.
Después de dos años escribiendo reseñas y con más de 200 novelas y 600 relatos a mis espaldas parece imposible que nunca me haya cuestionado el motivo por el que leo. Disfrutar, desconectar, entretenerme, dejar volar mi mente… palabras vacías y tópicos que se repiten cada vez que alguien te hace esa pregunta. Pues bien, esta obra me ha hecho parar, replantearme la manera en la que afronto la lectura y, por primera vez, preguntarme la razón por la que hago lo que hago. Es más, llevo un par de días sin leer una sola página de una novela —algo que no sucedía desde hace mucho tiempo— y dando vueltas y más vueltas al texto y a las ilustraciones de Un cálido escalofrío. Como dice el autor:
Quiero destacar en especial el trabajo gráfico, las fotos de Gil Garriga, que me enamoraron en Instagram y que el autor me ha dejado usar. Y la fusión entre el texto y los garabatos y manchas de Ariadna Sanz. Tenía claro que Un cálido escalofrío no podían ser simples palabras. Necesitaban el lenguaje visual de una maquetación algo atrevida, pero también ampliar el espectro de reflexiones e imágenes con la obra de Ari.
No quiero volver a leer deprisa (aunque tendré que hacerlo), ni dejar de pasarme diez minutos mirando una ilustración intentando encontrar sentido a lo que veo, como si de un test de Rorschach se tratara. No quiero volver a leer pensando en opinar, ni opinar sin haber disfrutado antes. Quiero sentarme en una terraza con una cerveza, leer dos páginas y quedarme mirando dibujos hechos a mano que parecen manchas o manchas que parecen dibujos hechos a mano, reflexionando sobre lo que acabo de leer. Porque esta vez creo que he encontrado el verdadero sentido a la obra, a lo que el autor ha conseguido —tal vez sin querer— abriéndose en canal y desnudándose ante nosotros. Ha conseguido desmontarme y armarme de nuevo.
No creo en hechiceras, ni en adivinos, ni en astrólogos. El futuro nos espera a la vuelta de cada esquina y no podemos verlo hasta pisar la encrucijada. No creo en brujas que ofrecen filtros de amor, no creo en videntes televisivos que nos alertan de enfermedades de madrugada. Cuando los astros nos contemplen ya no estaremos.
En eso reside la dificultad de hablar de esta obra, incluso para el propio autor: el resultado no tiene nada que ver con él. Coges cada relato, cada párrafo y hasta cada cita y las haces tuyas. Te recuerdan a algo, rescatan cosas que tenías olvidadas y hasta hacen que vivas momentos que no has vivido. Él cuenta y tú compones.
Me cuesta explicar qué es Un cálido escalofrío. Es un viaje a mi yo más profundo, hay mucho de mí en el libro. Ha sido un proceso doloroso y liberador. Hay muchas lágrimas que mojan sus páginas. Y no son lágrimas de dolor. Hay tristeza, obviamente, pero también felicidad.
No sé dónde poner la línea entre la ficción y yo. Puede que no haya. Porqué en Un cálido escalofrío no solo están mis fantasmas (a los que quiero), sino los de mucha gente querida. Escribir este libro ha sido un viaje a mi interior, pero acompañado. Lo mejor de esto ha sido precisamente eso: llegar a mi yo más sincero acompañado de mucha gente querida en todo el proceso. Desde los esbozos de las ideas hasta la última corrección.
Un cálido escalofrío no puede ser un libro al uso, Un cálido escalofrío es, como dice el narrador, una carpeta llena de notas, historias, recortes de fotos, dibujos, emociones, relámpagos sin truenos y fantasmas.
No volveré a escribir un libro como este, es demasiado difícil para el alma. Conseguir publicarlo ha sido un camino lleno de piedras, pero por fin ha llegado.
Me da miedo la reacción del lector, la verdad. Por cómo me he expuesto. Pero Un cálido escalofrío, como se dice, ya no es mío, ahora es de los lectores. Solo espero que al terminarlo entiendan la sensación, quizás emoción, que esconde el título.
Por todo esto y por otras muchas más cosas que ni puedo ni quiero expresar, da igual si el libro es un éxito de ventas o no se venden más que unos pocos ejemplares (no sé si Lluís estará de acuerdo con esto) porque considero que ha supuesto una especie de catarsis tanto para el autor como para los lectores que tengamos el placer de poder disfrutarlo. Tengo ganas de manosearlo, de olerlo, de darle vueltas (con la siguiente ilustración lo entenderéis) y de ponerme a prueba a mí mismo en distintos momentos sin ningún objetivo más que el de disfrutar. Porque este libro no va a perderse en la estantería de leídos. Es un libro para tener siempre a la vista y poder sacarlo de vez en cuando.
No sabemos estar solos: es un hecho natural. O no nos dejan estar solos. O las dos cosas.
No hay categoría que valga para esta obra, es inclasificable. Pero siempre he dicho que la Ciencia Ficción Hard es un tipo de Ciencia Ficción en la que cuesta encontrar la línea en la que el autor deja de hablar de ciencia y se pone a especular. Siguiendo este argumento, esto es Narrativa Fantástica Dura porque me cuesta separar lo que es real de lo que es Fantasía. ¿Tú qué dices Lluís, qué hay de cierto en todo esto?
Pues son lo sé. Hay mucho de verdad y verdades, mías y de otros, en lo que puede parecer más ficcionado. Pero también hay ficción en lo que no lo parece. En mi entorno los fantasmas, creer en ellos, interactuar con ellos, no es algo raro. Del mismo modo que tampoco es rara la racionalidad. No quise poner fronteras entre ambos elementos, porqué ficción y no ficción son ciertos o falsos a la vez. Mi verdad está allí: el dónde me lo reservo. Prefiero que sean los lectores que decidan dónde acaba el escritor y dónde empieza el narrador.
Eso es lo que quería decir sobre el libro, nada de reseñas o comentarios. Solo quiero que abráis la mente y os dejéis llevar por sus páginas, textos e ilustraciones; volváis atrás, reflexionéis de nuevo y terminéis mirando una mancha con alma de dibujo, con una cerveza en una terraza o con un café tapados con una manta en el sofá. Hay mucho que encontrar entre estas palabras, parte lo dice el autor, parte está escondido y la mayoría lo crearás tú, lector. De estilo, prosa y estructura ya hablarán otros. A mí no me interesa.
Lo único que quiero es preguntarte: Y tú… ¿Para qué lees?
Valoración
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10/10
Origen
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