- Título: Asuntos de muertos
- Autora: Nieves Mories
- Editorial: Cerbero
- Formato: Rústica
- Nº de páginas: 288
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN: 978-84-120202-3-6
- Fecha de publicación: mayo 2019
- Fecha de lectura: julio 2019
- Ilustración de cubierta: CalaveraDiablo
- Ilustraciones y fotos interiores: Nieves Mories
El miedo y el terror
Terror realista, terror fantástico, terror en la ciencia ficción, fantasía de terror y terror gótico. Esos son los subgéneros que repasa Lola Robles en su ensayo En regiones extrañas (Premio Ignotus al mejor libro de ensayo en 2017). El terror, el miedo, ese instinto tan necesario para la supervivencia que a veces nos atenaza y, por mucho que lo intentemos, no logramos apartar. Eso es lo que tantos y tantas escritores y escritoras buscan provocar y raramente consiguen. Porque el miedo, el de verdad, está en el vecino de al lado, en el callejón oscuro que cruzas a medianoche, en el armario de un niño o en los dedos del que os escribe. Porque a veces hay lobos rondando detrás de las palabras, lobos que cortan la conexión con tu subconsciente y consiguen que dejes de creer en ti mismo. Lobos que esconden la cabeza, incluso tres veces, después de morder con saña. Entonces llega Nieves con sus Asuntos de muertos y vuelve a romper la barrera. Y todo fluye, porque como dice en su novela «solo yo administro mi vida y mi muerte».
Asuntos de muertos: las tres capas del terror
El terror es uno de los géneros más complicados de escribir, ya que lo que se busca es causar un sentimiento en el lector, el miedo, que es mucho más sencillo de producir con medios audiovisuales: una secuencia de imágenes, música de fondo, oscuridad, etc. Además, cada vez estamos más acostumbrados a ver escenas horribles en la vida real, escenas que bien podrían ser parte de cualquier obra de terror. Por este motivo, un pequeño error —ya sea de estilo o de trama— nos puede sacar completamente del texto y, con ello, romper la atmósfera buscada durante toda la novela. Adiós miedo.
Nieves Mories se encarga de que esto no suceda de una manera milimétrica, eligiendo cada palabra, cada coma y cada giro con precisión casi quirúrgica. Esa es la capa externa del terror de Asuntos de muertos: la historia.
La capa de ficción del texto: la historia
Cuando reseñé La chica descalza en la colina de lo arándanos, hablaba sobre la capacidad que tiene la autora para hacerte sentir cómodo, para crear un ambiente sin describirlo y, todo ello, sin que la trama pierda interés y sin forzarte a nada. Ni te fuerza ni se fuerza ella misma. Simplemente lo cuenta, lo susurra para que lo asimiles suavemente, sin sobresaltos, sin florituras pero contando lo que quiere contar, que no es precisamente agradable. Parece que insinuaba que las palabras fluían y que el texto se dejaba llevar.
Es posible que en aquel momento no fuera consciente —también hay que tener en cuenta que la prosa de Nieves ha mejorado hasta convertirse en algo pulido con amoladora y disco de diamante— pero aquí hay mucho más que el fluir de unas palabras. Esos cambios de ritmo, de prosa, incluso de estilo, que no te sacan de la historia pero sirven para que respires, para que no te ahogues, para que baje la intensidad del malestar y puedas seguir leyendo. Es magistral.
Sobre el desarrollo de personajes no voy a extenderme mucho porque entraría en el escabroso mundo del spoiler, pero no puedo dejar de mencionar que, además de la maravillosa y gradual puesta en escena y presentación que hace la autora de una novela que es más coral de lo que parece, hay detalles que consiguen que hasta los secundarios tengan una profundidad que no llegas a comprender cuando terminas la novela. ¡Pero si no ha contado prácticamente nada! Y los odias, los quieres, te dan rabia y hasta, a veces, te alegras de lo malo que les pasa (el ser humano es maravilloso). Aquí, Nieves hace de trilera.
Reconozco que he tenido que leer la novela dos veces para darme cuenta de muchos de estos matices que no ves en una primera lectura porque estás tan metido en su mundo que no te deja margen. La experiencia de lectura es distinta esa segunda vez, igual de buena pero distinta, ya que te permite observar esos pequeños detalles que marcan la diferencia y moverte entre capas a tu antojo.
Porque Asuntos de muertos es diferente, porque Nieves es diferente, porque en sus textos hay odio, amor, belleza, putrefacción, ciencia ficción… Espera, ¿he dicho ciencia ficción? Sí, he dicho ciencia ficción. Ciencia ficción dura. No voy a destripar la trama pero insto al lector a que busque uno de los huevos de pascua que ha dejado Nieves entre sus páginas. Pista: los hercios ponen nombres.
Lo que acabo de mencionar no es más que una anécdota, pero muestra el trabajo de documentación que hay detrás de ciertos pasajes de la novela. Aquí, también, Nieves es exhaustiva hasta niveles que pueden parecer exagerados pero que dotan a la novela de una credibilidad muy importante para el lector.
Dicho esto, cuando hablo de ciencia ficción no me refiero a este tipo de —maravillosos— detalles. Me refiero a que, para mí, en la CiFi hard es muy complicado encontrar el punto en el que la autora salta de la ciencia a la especulación. Lo mismo ocurre con esta novela: es muy difícil saber cuándo la autora está hablando de ella (metafóricamente) y cuándo pasa al terreno de lo fantástico (si es que lo hace en algún momento). Esto es lo que nos lleva a la capa intermedia: la realidad.
La capa de realidad del texto: la experiencia vital de la autora
Vayamos, pues, a las capas más profundas, a las cloacas del texto, a lo que genera ansiedad, malestar y ¿miedo? No debemos confundir esta capa con los flecos que deja la autora en la propia historia: fragmentos y pasajes que tienen varias interpretaciones, diferentes lecturas del comportamiento de los personajes, metáforas que, a veces, sí que pueden rozar el terreno de la vivencia personal pero que pertenecen a la novela.
Cuando hablo de la capa de realidad, me refiero a una sensación que se crea en el lector, un presentimiento, un regusto amargo que te acompaña mientras lees, la sensación de que debajo de la historia hay alguien gritando. No es algo que tenga que ver con lo que conoces de la autora y sospechas que está sacando fuera, es algo universal, algo que está ahí y no sabes por qué, algo que sale de las páginas del libro y te agarra del cuello.
Es entonces cuando su realidad se empieza a mezclar con la tuya, empiezas a sentirte incómodo, te recuerda demasiado a tus propias vivencias, no sabes si la metáfora va por ti o por ella, si es casualidad o genialidad. Esto es lo que nos lleva irremediablemente a la última capa, la más profunda, la más subjetiva y la que más puede variar de un lector a otro: tu realidad.
La capa de realidad del lector: ¿hasta dónde eres capaz de llegar?
Esa es la pregunta que se le plantea al lector en Asuntos de muertos, ¿hasta dónde eres capaz de llegar? Porque, aunque reconozco que un principio pensaba que eran casualidades, los textos de Nieves escarban en lo más profundo del subconsciente independientemente de quién esté al otro lado. Por eso la sensación no depende únicamente de la experiencia vital de cada uno, es algo que la autora crea clavando sus tijeras en tu cerebro.
Por eso es tan importante la primera capa de Asuntos de muertos, la capa de la historia. Si no estuviera tan bien pensada y no tuviera esas vías de escape que Nieves te ofrece cada cierto tiempo, en forma de frases que cambian la atmósfera, te quedarías atrapado en las capas más profundas y la historia quedaría en un segundo término. El mejor ejemplo de cómo, Nieves Mories, juega — a un juego muy cabrón— con las capas profundas del terror es Agnus Dei, la anterior novela corta de la autora. Hay que tener cuidado con ese texto, ahí Nieves no afloja.
Todo esto nos lleva al conjunto completo, a lo que de verdad es Asuntos de muertos: una obra que se mueve con maestría entre las tres capas y se convierte en un artefacto peligroso que te puede explotar en la cara aunque cortes el cable adecuado. Cada lectura de la novela puede ser una experiencia distinta y cada lector puede enfilar la novela desde varios puntos convirtiendo el texto en algo muy complicado de explicar.
Lo que os puedo asegurar es que si os dejáis llevar y permitís a Nieves que os hurgue en el cerebro y abra esa puerta —a veces tan peligrosa— del subconsciente, vais a vivir una experiencia de lectura difícilmente superable. ¿Miedo? No lo sé. ¿Terror hard? Sin duda.
Valoración
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10/10
Origen
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