- Título: Sed
- Autores: Neal Shusterman y Jarrod Shusterman
- Editorial: Nocturna
- Traducción: Pilar Ramírez Tello
- Formato: rústica con solapas
- Nº de páginas: 418
- Ilustración de cubierta:
- Fecha de publicación:
- Fecha de lectura: mayo 2019
- Enlace de compra: Sed
Cuando se habla de desarrollo sostenible, de huella ecológica o de multas por alta contaminación cuesta entender el porqué de esos avisos. Sí, los casquetes polares de deshacen, pero eso queda muy lejano. Cómo va a influirme algo que queda tan lejos y es tan raro. Sed nos acerca al momento en que todo eso deje de ser un problema que podamos ver como ajeno. Ya deberíamos encontrarnos allí y deberíamos haber interiorizado que la reducción de la huella ecológica de cada uno debe ir de la mano de un consumo de recursos menor. No se trata sólo de apagar la luz de la cocina cuando salgamos de ella, sino de no tener ropa de usar y tirar, controlar el uso de medios de transporte como el avión o entender de la vida no puede ser una sucesión de consumos rápidos.
Pero la realidad es la que es, y cuando uno se sienta a ver cómo es su patrón de consumo y las consecuencias de cómo uno decide vivir hay sorpresas. Para ir haciéndonos a la idea de esas sorpresas Neal y Jarrod Shusterman escribieron una obra que nos trae Nocturna. Es literatura juvenil, porque sus protagonistas son adolescentes, porque está pensado para ese público y porque está construido para que llegue a la cabeza de un chaval, pero recomiendo encarecidamente su lectura a todo el mundo.
La premisa es muy sencilla, tras años de control del consumo del agua California se ve abocada a un corte del suministro de agua. Simplemente no queda más. Ya no hablamos de céspedes, piscinas o de usar agua potable para limpiar el coche. No hay agua para nadie. Su protagonista, Alyssa, deberá vivir una aventura para sobrevivir en ese periodo. Junto a ella estará su hermano y un vecino un tanto rarito aficionado a prepararse para el fin del mundo.
Ellos y algunos de los acompañantes que vayan conociendo serán los que irán narrándonos la historia, que está llena de aventuras y situaciones de riesgo. La novela es entretenida, está bien escrita y la traducción es impecable. En el aspecto puramente formal es un libro al que darle una oportunidad. Se lee rápido y es entretenido. Pero consigue algo más. Su mayor virtud es que logra superar el aspecto más ocioso para calar.
La semana que me duró el libro no dejaba de pensar en él cada vez que echaba de la cisterna o me daba una ducha. Pero es que un mes después sigue viniéndome a la cabeza su recuerdo. Logra que leas con sed y con angustia, porque es del todo verosímil. La gente de la que habla son como nosotros, el momento del que habla es como el nuestro. No se trata de un futuro distópico en el siglo XXIII, es nuestra historia dentro de bien poco tiempo como no cambiemos el chip para ayer. Su terror permanece más allá de la lectura porque la situación que describe es terriblemente cercana. No son los casquetes polares. Es gente como tú y como yo que no tiene reservas de agua en casa para aguantar un corte de muchos días.
Lo verdaderamente alarmante es que esa gente, como nosotros, recibieron avisos. Primero lejanos, con demostración científica pero poco consenso, casi especulativos. Luego probados, pero aún dentro del entorno científico. Finalmente cercanos, con cortes temporales, sistemas de control mediante los gastos superfluos. Hasta que llega la nada. Simplemente un día abres el grifo y al otro lado no sale nada. Primero dejas de ducharte y te limpias por partes, luego comienzas a controlar el consumo, pronto dejas de tener algo que beber. Y es entonces cuando nos convertimos en animales. Y ya no hay simpatía ni cordialidad. El de enfrente es un enemigo a batir para que no te robe el agua en el pasillo del supermercado.
Lo que nos distancia de la supervivencia más cruel es ese sencillo gesto por el que cuando apretamos un botón llega mágicamente la luz, la señal de internet o el agua.
Por encima de la trama, los personajes, las peripecias, el valor de Sed es lograr transmitir esa sensación de soledad y de encontrarte perdido cuando nos quitan ciertas comodidades y nos lanzan a la supervivencia más cruel. Y su mérito es conseguir narrar ese proceso de una forma verosímil.
Sed no es una fábula distópica. Somos nosotros mañana como no entendamos el mensaje que quiere transmitirnos.
Maritxu
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