No es que sea una frase que haya repetido mucho, pero sí que es una frase en la que he pensado en muchas ocasiones. Siempre ha sido algo que me ha extrañado de mí mismo, ya que me considero alguien con muchas inquietudes e intereses. Pero sí, esa frase rondaba a menudo mi cabeza.
«Pues yo… yo no leo nada»
Cada vez que surgía la conversación sobre el número de libros que había leído últimamente, o sobre el que me estaba leyendo me quedaba con cara de circunstancia. La verdad es que no creo que durante la última década haya leído más de 20 o 25 libros, mejor dicho 20 o 25 novelas.
Fue a partir de esa última reflexión cuando empecé a darme cuenta de que la frase que titula el artículo era falsa, o por lo menos no era del todo correcta. No es que yo no lea nada, es que leo pocos libros, pero leer, lo que se dice leer, leo mucho.
Entonces empecé a reflexionar sobre lo que leo y cómo lo leo. Empecé a recordar las más de 9.000 páginas que me leí preparando la oposición, los blogs de actualidad informática que leo cada día, los artículos sobre tecnología, historia, física… Empecé a recordar las veces que me surge un problema en el trabajo y tengo que hacer una labor de búsqueda profunda por la web, los trayectos de metro repasando conceptos de algún proyecto, las veces que pierdo el tiempo durante mis aventuras nocturnas (rara vez duermo 5 horas) pinchando en enlaces de una web a otra, buscando información sobre lo que me perturba ese día.
Mi mente de ingeniero me hizo calcular mediante rápidas ecuaciones mentales sin sentido las horas que podía llegar a pasar leyendo al día, que resultaron ser unas 4 de media. Si le restamos las que son necesarias para mi trabajo, vamos a redondear y las dejamos en 2.
2 horas al día que me pasaba leyendo aquí y allí, picoteando, divagando entre pantallas de ordenador y móvil. 2 horas que aunque no pueden considerarse como perdidas, no me aportaban mucho, por lo menos la mayoría de ellas. Además, mis problemas de sueño se veían acrecentados debido a que mirar una pantalla es lo peor que se puede hacer cuando no puedes dormir, eso os lo puedo asegurar. ¿Qué podía hacer para solucionar esto?
¡Ya lo tengo!, ¿y si empiezo a leer libros?, pero libros de verdad, de los que luego pueda alardear en las pocas conversaciones con mis amigos que se escapan de fútbol y mujeres. Y aquí es donde empieza mi nueva faceta de lector y otra serie de preguntas/reflexiones para las que en ese momento no tenía respuesta. Como vais viendo, mi vida es una serie de preguntas que se plantean y el camino que sigo para intentar responderlas.
- ¿Qué es un libro de verdad?
- Después de tantos años sin leer, mi velocidad de lectura tiene que ser lamentable
- ¿Qué me gusta leer?
- ¿Cuánto puedo leer?
- ¿Cuánto leo?
Pues nada, ya tengo trabajo escribiendo artículos para responder a esas preguntas.
Origen
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