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Datos del libro
- Tiítulo: Princesa de cenizas
- Autora: Laura Sebastian
- Traducción: Elena Macian Masip
- Editorial: Montena
- Fecha de publicación: 2018
- Formato: rústica con solapas
- Nº de páginas: 384
- Idioma original: inglés
- Fecha de lectura: septiembre de 2018
Existe un enorme submundo en las novelas alrededor de las cortes reales y la magia. Todas ellas están cortadas por un patrón que hace que si te gusta el subgénero no te decepcionen. Incluso las más previsibles llegan a un nivel pasable mientras cumplan con un par de requisitos. Pero este no es el caso de Princesa de cenizas. La última novedad de Montena viene para quedarse en nuestras estanterías -y en nuestros corazones- un largo tiempo.
Sin duda fue uno de los estrenos a la vuelta de las vacaciones. Con una campaña de marketing efectiva, levantaron el embargo de golpe y empezaron a promocionar el título mediante las redes sociales de blogueros y demás influencers del mundo de los libros juveniles. Días antes pudimos ser tentados por activa y por pasiva para acudir a nuestra librería de cabecera a por ella. Y por aquí caí a la primera de cambio.
La trama quizás pueda sonar algo tradicional, pero no debe ser algo que frene a su lectura. Theodosia, la legítima dueña del trono de Ástrea se encuentra encerrada en su propio castillo, ocupado por el káiser kalovaxiano, mandatario de una región beligerante de naturaleza invasora y que se caracteriza por ahogar a los pueblos por los que pasa. El final todos lo podemos esperar, habrá una revolución y (esperemos) una liberación de todos aquellos pueblos que malviven bajo el yugo de sus invasores. Pero conviene tener en cuenta por qué es una publicación interesante pese a tener un argumento relativamente conocido.
Princesa de cenizas habla de muchas otras cosas más interesantes y que se esconden tras el cuento de reinos. Theodosia vive en una dualidad permanente entre su voz interior que le recuerda quién es y a la que apenas sabe oír y Thora, la mascota en la que ha sido convertida al perdonársele la vida. Transita en una humillación diaria por el mero hecho de ser aristocracia de segunda en la corte, pero sobre todo porque no se duda ni en segundo al exponerla como trofeo. Los castigos físicos, la restricción en su cotidiano, el constante apartamiento es poco comparado con las muestra públicas a las que será permanentemente arrojada. Y está perfectamente explicado. Cada gesto, los olores, el vivir castigada entre recuerdos de su infancia que han sido destrozados es lo que hará que la reina resurja de entre la jovencita desubicada permanentemente aterrada.
El pueblo de Ástrea vive esclavizado. Literalmente. La mano de obra trabajadora más afortunada sirve en casas, la que tiene menos suerte queda recluida en las minas, obligados a extraer unas gemas antiguamente usadas para ser bendecidos por la mano de los dioses y actualmente vanalizadas como mero elemento cuasi decorativo. Posiblemente la existencia de unas piedras mágicas que dan ciertas capacidades bajo ciertas otras condiciones sean un punto central de la saga, lo cierto es que en este primer tomo dan el pie para un planteamiento mayor. Cómo permanecer depositando la fe en unos dioses que han permitido que tantos ciudadanos sean maltratados sistemáticamente por un pueblo violento, invasor y colonizador. Por qué permiten los dioses ese sufrimiento. Esta es una de las preguntas básicas que hacen cuestionar cualquier credo y es una agradable sorpresa encontrarla en un libro juvenil. El abrazo, o su ausencia, de un adolescente a la fe es algo que en algún momento ocupa la cabeza de casi cualquiera que se encuentre en plena maduración. Son las cosas que hacen que uno se plantee su sentido en el cosmos. Llámele dios, llámele energía. Sea cual sea la respuesta con la que uno encuentre la paz es cierto que esa es una pregunta que es natural que nazca en la maduración y que es bueno plantearla cruda y abiertamente.
Pero además nos sirve para explicar la diferente reacción de unos y otros astreanos ante la invasión. Ante una situación semejante reaccionamos más bien como podemos, no como queremos. Theo está asustada, aceptando un cambio de nombre, de persona y de símbolo porque casi no recuerda otra cosa que los látigos y los espectáculos en los que ella es la atracción principal. Blaise permanece en la ira y en la defensa de su reina como hombre de confianza. Artemisa se encuentra sola, abandonada por sus dioses, por su pueblo y por el amor. Y Heron no es capaz de externalizar sus sentimientos; simplemente actúa y sigue hacia adelante un día tras otro. Las revoluciones no se hacen únicamente con mujeres y hombres llenos de valor y de esperanza. A veces, algunos, simplemente siguen ahí porque creen que es lo que deben hacer y apretan los dientes aunque ya no les quede ni esperanza. Pero es natural sentir rencor, terror y dudas.
Vivir bajo la mano de un invasor que ha influido en casi una generación es más complejo que resistir valeroso por una cuestión de principios. En Theodosia vemos la constante batalla interna. Si ha sido educada en esa corte, no todos han sido igual de perversos. ¿Los convierte eso en buenos o en herederos de su entorno? La duda permanente y el hacer sin ser muy consciente de hacia dónde le lleva es una constante en el personaje de Thora, en su transformación de mascota a reina. Es una lucha interna preciosa y que hace que la novela gane varios puntos de interés. Pese a ser una saga con historias románticas, cuando obvia el amor romántico y se centra en las pasiones humanas es mucho más interesante.
Algo parecido sucede con Soren, hijo del káiser y futuro gobernante de su reino. Pero él es marinero. Le pondrán al frente de lo que le pongan, pero su sitio está en la mar, en un hogar tranquilo y feliz y lejos de la perversión que le precede. O con su madre, una kaiserina condenada a vivir con un maltratador e incapaz de encontrar una salida a su situación. La obra de Laura Sebastian es bella porque es compleja. Partiendo de una premisa tópica y usada, decide optar por una mirada compleja que hable de personajes más que de historias y que haga que resulte interesante más allá del cuento.
Quizás uno de los pocos defectos es su carácter introductorio y lo mucho que se detiene a pensar y crecer los amores románticos. Posiblemente porque sea un aspecto que me resulta simplemente accesorio en estas historias sería la parte que más recortaría pero, sin embargo, consigue no ser empalagosa y rodearla de un fondo con trama que haga que hasta los menos románticos no perdamos el interés.
En definitiva, Princesa de cenizas es un buen arranque que conseguirá que no se nos caiga de las manos hasta el final y que nos deje con ganas de saber cómo continúa. Sin explicar ni un solo detalle, sí parece que lo que viene por delante será o distinto o partiendo de unos avances claros, lo que hace que termines y necesites más. Y eso es ya la mitad del camino que se le puede pedir a una novela como esta.
Maritxu
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