- Título: Ocho millones de dioses
- Autor: David B. Gil
- Editorial: Suma de letras
- Idioma original: español
- Formato: rústica con solapas y electrónico
- Nº de páginas: 624
- Ilustración de cubierta: Vero Navarro
- Fecha de publicación: mayo 2019
- Fecha de lectura: mayo 2019
- Enlace de compra: Amazon
Hoy sale a la venta “Ocho millones de dioses”, la nueva novela de uno de mis autores favoritos: David B. Gil. Esta tampoco va a ser una reseña al uso, sino una muestra de amor y respeto al talento literario de David.
Formalmente, esta es una novela de ficción histórica, ambientada en el Japón de finales del XVI, pero eso es lo que dicen a los lectores mainstream. Aquí estamos para hablar de los géneros fantásticos y os desvelaré un secreto: David B. Gil ha creado una novela histórica como si hubiese escrito una obra de alta fantasía. Y donde los que nos dedicamos a esto de la literatura podemos aprender cómo llevar los recursos de otros géneros al nuestro.
Empecemos
Os voy a contar una historia de amor, la mía con uno de los personajes de esta novela. Los que me conozcáis sabéis que soy un intensito de cuidado y que me enamore tampoco es algo nuevo en mi carácter, pero era algo que hacía mucho que no me pasaba con un libro. Había tomado afecto a algún que otro personaje, uno en “El guerrero a la sombra del cerezo”, también de David B. Gil. Pero con “Ocho millones de dioses” he vuelto a ese estado completo: a sentir deseo y atracción, a sufrir miedo por su vida. Recuerdo mandarle algún mensaje al autor mientras lo leía amenazándole de muerte si le pasaba algo malo y pedirle, al terminar la novela, que me hiciera un relato de amor con ese personaje (Gil, aún me lo debes). Obviamente no os diré quién es el afortunado, descubridlo.
Y con esto, más allá de humillarme un poco, quiero hablaros de lo bien que construye los personajes David B. Gil. No puedes sino amarlos, odiarlos, insultarles, enfadarte con sus decisiones, sufrir cual padre con un hijo con tendencia a trepar… Y no lo consigue con los dos/tres protagonistas, sino con la legión de magníficos secundarios que les acompaña, incluso sientes una intrigante atracción por alguno de los villanos.
Como digo en el blurb que David y Suma de Letras han tenido a bien incluir en la solapa (por la Diosa, que honor), “David B. Gil lo ha vuelto a hacer. Ha construido una historia fascinante, en un mundo lejano que se nos hace cercano, con unos personajes a los que no podemos hacer otra cosa que amar y sufrir por ellos.”
Worldbuilding histórico
Vamos a lo del mundo lejano… Como decía, David B. Gil vuelve al Japón que se rendía al dominio de Oda Nobugana, en el último cuarto del siglo XVI; cuando los europeos empezaron a establecerse y comerciar en el país, auspiciados bajo el manto negro de las primeras misiones jesuitas. Mucha gente le ha preguntado al autor si “Ocho millones de dioses” se relaciona de algún modo con “El guerrero a la sombra del cerezo”, si es algún tipo de continuación o precuela. Si el autor no lo ha respondido abiertamente, yo tampoco lo haré. Solo os diré que las dos novelas transcurren en fechas colindantes, pero en lugares distintos de Japón. Son dos novelas distintas que comparten un mismo universo. Y que bueno, el resto preferiréis descubrirlo.
Al tema. La novela es una reflexión sobre esos dos mundos que se encuentran, el europeo y el japonés, visto por uno de esos primeros jesuitas que llegaron a esas tierras y que tuvo la osadía de interesarse y aprender de la cultura del lugar: el padre Martín Ayala. Pero vayamos un poco más allá, ¿el Japón del siglo XVI que nos presenta David B. Gil es una aproximación ajustada a la historiografía o una recreación? Pues ambas cosas, y aquí está uno de los logros de la novela, un avance en el estilo respecto a “El guerrero a la sombra del cerezo” o, más que eso, la evidencia que David B. Gil escribe novela histórica como lo haría quien escribe fantasía. Me explico.
Si alguna vez habéis escuchado a David B. Gil (os recomiendo este episodio del podcast de los compañeros de “30 teclas por hora”) hablar sobre documentación y escritura, veréis como es fiel al rigor histórico. Una anécdota: recuerdo comentarle que había dos personajes que se me confundían, ya que tenían un nombre parecido. Dijo que se lo miraría y que tendría que buscar un nombre que se adecuara al momento histórico, al clan y nivel social de ese personaje. Y así, con todo. Pero ese rigor no es óbice para no poner ese mundo al servicio de la historia que quiere contar. Y aquí, su salto.
Aunque escriba ficción histórica, David es un apasionado del género fantástico (tiene novelas de ciencia ficción y relatos de fantasía, por ejemplo) y, más que recrear un momento histórico, lo compone tal y como lo hace cualquier buen autor de fantástico: elabora su propio worldbuilding. ¿Qué implica eso? Del Japón de finales del XVI elige aquellos escenarios, clanes y elementos que le interesan, y los convierte en el foco del mundo que nos va a contar. Me diréis que eso lo hacen todos los autores de ficción histórica. Puede, pero David sabe alentar el sentido de la maravilla en el lector, presentando cada uno de esos elementos casi como si nos presentara un aquelarre, el vuelo de un dragón o la llegada a un nuevo planeta. Asumo que es algo que no sé explicar, y que os invito a descubrir, y a que podamos debatir luego.
Una de las habilidades de David es la de inyectar la información histórica sin caer en el infodump y sin renunciar a ahondar hasta detalles exquisitos cuando la historia lo precisa. Es, pues, un magnífico ejemplo de aquello que en los talleres de escritura llaman “no cuentes, muestra”. Es, al servicio de esta habilidad, donde nos transmite aquello que le interesa, y lo potencia de tal modo que te lleva al borde de pensar si estás leyendo algo “realista” o si caes en los terrenos del fantástico. Y cuando lleguéis a la cabaña del bosque me lo contáis.
(Super)héroes y magos
La habilidad narrativa del autor (no sé si de forma consciente o no) construye superhéroes sin habilidades sobrenaturales y magos sin poderes. Y aquí encontramos un nuevo elemento que hace de “Ocho millones de dioses” una novela de género fuera del género. Hace no mucho, leí en Windumanoth un artículo de Álex Sebastián defendiendo el buen uso del viaje del héroe como recurso narrativo (que parece que últimamente está mal visto). Y, aunque el viaje del héroe sea un recurso aplicable a todo tipo de narración, es en el fantástico donde más y mejor se ha sabido desarrollar. Pues bien, en “Ocho millones de dioses” encontramos el viaje de un héroe (quizá dos) que si en algún momento David nos dice que levanta su katana y vuela por los cielos, nos lo creemos. Y todo ello ocurre sin que ese personaje (que obviamente no os desvelaré) deje de comportarse de forma coherente y sin que su desarrollo sea abrupto, descontextualizado o sin sentido.
Y lo mismo con los magos. Tenemos un par de personajes que bien podrían formar parte de cualquier linaje del fantástico, con su aprendizaje, su desarrollo y su puesta en escena de habilidades donde, otra vez, si empezaran a salir chispas de colores de sus manos, tampoco se te haría raro. Estos personajes juegan a un misticismo ocultista consciente, y David es muy hábil en dejarlos en un lugar donde los lectores podamos imaginar un “más allá” en sus habilidades.
A todo esto, ¿de qué va el libro?
Bien, llevo mil palabras de reseña y aun no os he contado de que va “Ocho millones de dioses”. Pues solo os hablaré del punto de partida. El padre jesuita Martín Ayala, uno de los primeros misioneros europeos en llegar y establecerse en Japón, es llamado a volver a ese país que abandonó para intentar resolver los crueles asesinatos que están sufriendo allí los miembros de la Compañía de Jesús. Y ya, no os cuento más. Si os habéis fijado en la cubierta del libro, aparecen dos personajes. Uno es el padre Martín Ayala, el otro, el de la daisho, os invito a descubrirlo, y también la relación entre ambos.
Si en “El guerrero a la sombra del cerezo” David B. Gil nos hablaba del precio de la paz, en “Ocho millones de dioses” nos enfrenta al precio de la guerra, porque mientras el padre Ayala intenta resolver los asesinatos, los personajes se encuentran en un complicado momento histórico, donde la unificación de Japón bajo el mando de Oda Nobugana está muy cerca y todos los clanes buscan su lugar en ese nuevo tablero de Go.
David B. Gil nos habla también de nuestras convicciones y creencias. De cómo lo que pensamos y creemos nos hace ser quienes somos hasta las últimas consecuencias, y del reto de mantenernos o cambiar ante un mundo que se transforma cruelmente. Y, a estas decisiones, se enfrentarán todos los personajes que conoceremos en la novela. No es solo una reflexión sobre el choque de culturas (europea y japonesa) o sobre la llegada del cristianismo, que también, sino sobre la esencia de lo que somos cada uno de nosotros.
Se hace muy interesante evaluar las decisiones de los personajes y ver dónde los van llevando, observar los debates por ser fiel a lo que eres (o crees que eres) o tomar la mejor decisión. Se dice que George R. R. Martin en Canción de Hielo y Fuego pide a sus personajes que sean leales a si mismos y a sus principios y promesas. Pues bien, David B. Gil pone a los suyos ante la necesidad de volver a descubrir quiénes son, más allá de su código de honor, de sus valores morales o de sus lealtades de clan.
Al ser una novela sobre la guerra, es también una obra sobre la épica, donde la acción no solo toma forma de duelos sino también de batallas memorables. Así que hablemos un poco sobre cómo escribe la acción David. Un spoiler: de forma brillante. Educados, la mayoría, en un contexto audiovisual, no es fácil leer narraciones de acción bélica que se nos hagan orgánicas. Al menos, a mí me cuesta engancharme a esas escenas de acción y suelo saltar párrafos. Pero David consigue combinar dos elementos difíciles: una descripción fluida y un punto de vista empático. El autor describe movimientos de cuerpo y elementos de forma exacta sin ahondar en detalles innecesarios; es, pues, fácil saber quién y cómo se mueve. A la vez, lo hace desde un lugar que nos interesa, no solo narrado desde los ojos del protagonista, sino también desde sus emociones. Así pues, en batallas enormes, no nos desprendemos del jinete a quien amamos, y compartimos sus emociones y miedos hasta… bueno, decir eso sería otro spoiler, y no.
La novela tiene muchos momentos de acción, los duelos de samurais que esperamos en una novela así, pero también batallas que abren nuevas eras o combates donde la inteligencia es la mejor arma.
Los personajes femeninos
En su rigor, David no da a los personajes femeninos roles que, históricamente, no hayan podido desarrollar, pero eso no le impide llevarlos al extremo de lo posible, sin evitarles el sufrimiento de los muros a los que se enfrentan por no ser hombres. En “El guerrero a la sombra del cerezo” lo hizo, y en “Ocho millones de dioses” vuelve a lograr a construir mujeres poderosas y coherentes, enfrentadas a las cadenas que su cultura les impone (bueno, todas las culturas que aquí juegan). En ese sentido, cabe decir que Gil no es compasivo con nadie, no idealiza a bondadosos religiosos ni a lugareños de valores puros que el cristianismo quiso atropellar. Los pone a todos en su lugar, aportando luces y sombras, y muchos espacios donde, como autor, puedes reflexionar.
Aquí está otro de los elementos que empalman con el fantástico. Se ha dicho muchas veces que cuando construimos un worldbuilding, sin tener que atender a realidades históricas, podemos crear personajes femeninos desligados de la dominación patriarcal. También se dicen cosas como que “algunos roles de género en según qué novelas históricas son demasiado irreales”.
Pues bien, David B. Gil demuestra que con un buen conocimiento histórico y una clara vocación de no reproducir roles sexuales de forma tópica, puedes armar grandes personajes femeninos coherentes y desarrollarlos más allá de lo que parecería “ajustado a la realidad histórica”.
Una recomendación final
Esta novela llega en una época del año perfecta: cuando el sol y el calor empiezan a hacerse los dueños del clima, cuando apetece ponerse a leer con calma, con una bebida fría cerca. Esta es una novela para disfrutarla sin prisas. Dejar que el autor te lleve a pasear por el Japón del siglo XVI. Yo no soy de releer novelas, o solo de hacerlo cuando pasan muchos años, pero este verano haré una excepción con “Ocho millones de dioses”.
Creo que los lectores de género vamos a poder disfrutar más de ella de lo que podrán hacerlo aquellos que no están acostumbrados a encontrarse elementos como el worldbuilding, los personajes con capacidades especiales o el sentido de la maravilla. También os diré que aquellos que no han conocido las mieles del fantástico también la gozarán sin freno. Así que, sugerencia final, novela ideal para regalar.
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9/10
LJSalart
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Estupenda reseña, a mí me has convencido. Aunque yo es que soy muy de histórico 🙂
El nombre del autor me resultaba conocido, y resulta que tengo pendiente en la estantería Hijos de un dios binario, que es más thriller, pero si está escrito con la misma dedicación, seguro que merece leerlo.
No la he leído pero David no defrauda. Nunca.
Hola, pues no te pierdas ni esta ni «El guerrero…». Para mi, «Hijos de un dios binario» es la menor de sus tres novelas, aunque te atrapa.
Pero El guerrero y ocho millones… buf.
Buena oportunidad para acercarme a David. Aunque tal vez debo leer primero El guerrero? Bueno, voy por los dos. Gracias!!!
Los dos, los dos. 🙂
Muy bien, ya estoy con El guerrero… Y lo bien que estoy!!! Gracias por la recomendación, abrazo.