- Título: Los tejedores de cabellos
- Autor: Andreas Eschbasch
- Editorial: Alamut
- Idioma original: alemán
- Traductor: José María Faraldo
- Formato: tapa dura
- Nº de páginas: 262
- Diseño de cubierta: Alejandro Terán
- Fecha de publicación: abril 2019 (2ª edición)
- Fecha de lectura: junio 2019
- Enlace de compra: Amazon
Este es uno de esos libros que dejan huella. Sé que no solo no lo voy a olvidar (hay libros que lees y después se te olvida que los has leído, o de qué iban siquiera), sino que voy a tardar meses en sacudirme las sensaciones que me asaltaron durante la lectura y, sobre todo, al final.
Empiezo a leer y me surge la duda: «¿esto no era un libro de ciencia ficción?». El caso es que parece más fantasía que otra cosa. Creo que puedo resumir el primer capítulo sin hacer ningún tipo de spoiler. Un hombre que dedica toda su vida a tejer una alfombra con los cabellos de sus mujeres y sus hijas. Ha heredado el oficio de su padre y su único hijo varón está destinado también a ser un tejedor de cabellos. El ambiente y las escasas descripciones me hacen situarme en un mundo medieval, con algo parecido a gremios y férreas normas.
Bueno, esto es solo el principio. La idea en sí ya es bastante llamativa: toda una vida dedicada a tejer una única alfombra. ¿Qué es lo que mueve a una persona a tal grado de abnegación? Por un lado, ya lo hemos visto, la tradición: el oficio es hereditario. Pero además, todas las alfombras de cabellos están destinadas a ser transportadas en naves espaciales al palacio del Emperador, situado en otro planeta. Y el Emperador es prácticamente un dios en este mundo. Así que hay un componente de adoración religiosa en esa dedicación absoluta de los tejedores de cabellos.
Bien, ya va asomando la ciencia ficción. Pero es que la cosa empieza a ponerse aún más interesante cuando descubrimos que probablemente el Emperador haya abdicado (o sido depuesto) hace tiempo. En el mundo tecnológicamente atrasado donde se tejen las alfombras las comunicaciones a larga distancia son casi inexistentes. Así que estamos en un planeta que cree pertenecer a un imperio galáctico, pero cabe la posibilidad de que ese imperio ya no exista. La intriga está servida.
Al llegar a este punto ya estoy completamente enganchada a la historia. Necesito saber qué ocurre con las alfombras de cabellos, por qué son tan importantes para ese Emperador que es tratado con devoción religiosa. Quiero saber también si el Emperador ya no rige los destinos de la galaxia y, en ese caso, a dónde van a parar las alfombras.
No voy a contar nada más de la trama. Todo lo que he contado hasta ahora aparece en la sinopsis del libro. Lo que sí quiero contar, porque me parece sencillamente genial, es cómo Eschbasch va tejiendo su propia alfombra, casi diría mejor una especie de mosaico o labor de patchwork, a base de capítulos cortos que aportan información aparentemente inconexa. Algunos de esos capítulos transcurren en el planeta de los tejedores de cabellos; otros nos trasladan a planetas ignotos, a estaciones espaciales bajo ataque o al centro neurálgico del Imperio. Cada capítulo se centra en un personaje que se hace entrañable. A algunos los volveremos a encontrar. A otros no, a nuestro pesar.
Cada capítulo es, de alguna forma, autoconclusivo en sí mismo. Al terminar algunos, tengo la impresión de haber leído un relato corto. Y serían muy buenos relatos, algunos con final abierto, otros impactantes, la mayoría conmovedores. En este sentido, hay algunos que me parecen especialmente brillantes, empezando por el primero, pero también otros como El hombre de otra parte (sexto), Te volveré a ver (décimo tercero) o Jubad (décimo primero).
A pesar de que, dicho así, puede parecer un libro compuesto por relatos con un mismo hilo conductor, un fix-up, en ningún momento tuve esa sensación al leer. Pero si quedara alguna duda, esta se desvanece totalmente al llegar al último capítulo. Hasta entonces pude ir componiendo una historia coherente con los retazos de información que va dejando caer el autor. Pero solo al final se desvela el misterio de las alfombras de cabellos.
Y es entonces cuando me quedo con la boca abierta: de asombro, admiración y, también, un poco de horror y rechazo. Porque el final produce todas esas sensaciones. Es totalmente inesperado y tan, tan impactante, que me dejó literalmente sin aliento. Horrorizada por sus implicaciones, pero también maravillada por lo prodigioso de la imaginación de Eshbach.
No hablaré tampoco en esta reseña de la lectura profunda de la historia, del mensaje que podemos encontrar en el subtexto. A cualquier lector se le hará bastante evidente, en cada capítulo-relato, pero sobre todo al final. Y el propio traductor, más conocedor de la obra y el contexto vital y literario de Eshbach, añade al final un postfacio donde lo explica mucho mejor de lo que yo sería capaz.
Lo único que quiero añadir es que, si alguien aún no lo ha leído y se considera amante de la ciencia ficción, debe leerlo sin demora. Incluso aquellos que prefieren la fantasía creo que lo disfrutarán enormemente. Y ahora es buen momento, con esta segunda edición aún reciente.
Los tejedores de cabellos
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10/10
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¡Ay, consuelo! Me has dejado con la boca abierta y los dientes largos. Dime qué se puede conseguir en digital y lo leo mañana mismo.
Un abrazo gigante <3
Pues me temo que Alamut solo publica en papel. Pero, en este caso, merece mucho la pena el gasto. El de dinero y el de espacio 🙂
Ya, ojalá fuera por eso. Es que no puedo tener peso en las manos y ahora mismo solo puedo leer en digital… Supongo que habrá que esperar a que mi espalda mejore o lo saquen en e-book, lo que pase antes! :p
Un besazo <