Datos del libro
- Título: Bionautas
- Autora: Cristina Jurado
- Editorial: Cerbero
- Formato: Rústica
- Idioma: Castellano
- Nª de páginas: 200
- Ilustración de portada: Mariana Palova
- Fecha de lectura: noviembre 2018
- Enlace de compra: disponible próximamente en la web de la editorial
Antes de empezar esta reseña tengo que contaros que he tenido la grandísima suerte de poder leer Bionautas antes de su lanzamiento al mercado, gracias a Arkaitz Arteaga, que me hizo llegar una versión para la imprenta, con el beneplácito de Cristina y de Editorial Cerbero, a quienes, cómo no, hago extensivo mi agradecimiento. Los asistentes a la Hispacon en Salamanca tendrán la oportunidad de ser los primeros en adquirirlo, en la presentación conjunta de Cerbero y Cazador de Ratas que tendrá lugar el día 16, a partir de las 20:00, en Manolita Café Bar, Calle Palominos, 21. Los que no vamos, a pedirlo a la editorial a partir de esa fecha, y a rezar para que no se agote.
Tenía yo muchas ganas de leer esta novela, y por muchos motivos. Uno de ellos, el menos importante, mi determinación de leer más novelas de autoras en castellano, que es uno de mis «huecos literarios» recientemente descubiertos. También porque no tuve ocasión de leer Del Naranja al Azul, la primera novela de Cristina Jurado, de la que Bionautas es algo así como una segunda parte, aunque no exactamente una continuación. Pero, sobre todo, porque es una novela de Cristina Jurado, una de las mejores escritoras de género en castellano en la actualidad, además de editora internacional y muchas más cosas… Hay que leerla. Además, ella no se acordará, pero hace unos meses estuvimos «jugando a las adivinanzas» en Twitter acerca de su próxima publicación con Editorial Cerbero, y desde entonces la ansiedad y las ganas de leerla no me han dejado vivir. Por fin he podido quitarme esta espinita.
Y, sin más preámbulos, vamos al lío. Bionautas tiene apenas 200 páginas que no se leen, se devoran, y eso a pesar de estar escrita como un largo monólogo (la grabación que se menciona en la sinopsis). Pero tanto el estilo como la historia son absorbentes: consiguen captar nuestra atención desde el primer momento y ya no la sueltan. Tampoco es necesario haber leído previamente Del Naranja al Azul para disfrutar de esta… ni precuela ni secuela, sino todo lo contrario. No hay explicaciones previas, no nos cuentan nada, entramos de lleno en el mundo imaginado por Cristina que, con mucha sutileza y gran precisión, nos va dejando caer pequeñas perlas de información que nos ayudan a ir componiendo la historia y al mismo tiempo nos obligan a seguir leyendo.
Si vivieras en un mundo en el que el 99,99% de la población murió cuando ellos llegaron…
Si fueras adolescente y empezaras a oir voces en tu cabeza…
Si todos callaran el pasado de tu madre desaparecida…
Si te dieras cuenta que no hay otra persona en la Tierra como tú porque tu padre es un bionauta, un ser humano procedente del espacio…
¿Oirías la grabación en la que él te cuenta su historia?
Elio es el narrador de la historia, el autor de la grabación, y se dirige a una adolescente que dibuja montañas de muertos y escucha voces en su cabeza (toma comienzo impactante). Es uno de los bionautas que llegan a la Tierra tras un largo peregrinaje espacial en busca de un planeta habitable, éxodo cuya duración se mide en generaciones y más generaciones de estos seres que han nacido y muerto en el espacio, a bordo de unidades navegadoras. Y comienza su relato en el momento en que respira por primera vez la atmósfera terrestre, pisa la hierba, toca el agua… Aunque ese no es el comienzo real de la historia.
En cierto modo, podríamos decir que Bionautas es una novela sobre el primer contacto de la humanidad con seres extraterrestres, pero narrada desde el punto de vista de los alienígenas. Y sí, Elio llega a la tierra proveniente del espacio y nos habla de cómo se desarrollaron los hechos, de cómo fue ese primer contacto y de las inesperadas consecuencias que tuvo. Sin embargo, la novela no va de eso. La novela trata sobre lo que nos hace seres humanos, aquello que permanece y nos define como tales, incluso después de sobrevivir a catástrofes apocalípticas y experimentar cambios radicales.
Elio pertenece a una especie que casi ha olvidado sus orígenes, tan largo ha sido su periplo espacial en busca de un planeta viable para ser habitado. Sus antepasados, al igual que él, nacieron y se criaron dentro de naves espaciales, y han tenido que adaptarse a ese medio tan limitado. En ese proceso de adaptación han conseguido una eficiencia casi perfecta en el manejo de los recursos y la energía disponibles, han ideado formas de comunicación que les permiten compartir la información de manera instantánea y universal, han conseguido adaptarse genéticamente para asegurar al máximo la supervivencia de la especie, incluso los usos y costumbres sociales adquiridos tienen como objetivo esa supervivencia. Podríamos decir que los bionautas no dan puntada sin hilo. Sin embargo, el largo periodo de «encierro espacial», la forma de reproducción y la inevitable endogamia han tenido también consecuencias de lo más natural: los bionautas son todos casi iguales, sin apenas diferencias físicas entre ellos, como azulejos en una pared (el símil no es mío, lo tomo prestado de Arkaitz, espero que no le importe).
Elio es uno más de esos azulejos, y nos cuenta su extrañeza al descubrir e ir conociendo a los humanos de la Tierra, con tanta variedad de idiomas, razas e individuos, divididos en sociedades que rivalizan entre sí por el uso de los recursos que, por otra parte, no saben aprovechar y malgastan y esquilman. Como los bionautas tienen otras formas más eficientes de comunicación, tampoco son capaces de interpretar las reacciones humanas, los gestos y expresiones, ni de empatizar con las emociones, dando lugar a veces a comentarios y situaciones que, a pesar de ser de lo más lógicos, nos arrancan una sonrisa. Sus reflexiones sobre los terrestres (sobre nosotros) son una de las partes de la novela que más me han hecho disfrutar.
¿Puedes imaginarlo? ¿Una sola persona con tanta autoridad en sus manos? Lo más increíble es que la mayoría de los líderes habían sido elegidos por el pueblo para representarlos y que, por lo tanto, su función había sido consensuada por la mayoría. ¿Cómo se puede dejar el destino propio en manos de otro? Siempre me ha parecido extraordinario, tener esa fe ciega en un solo espíritu, pensar que un individuo puede ser tan inteligente y estar tan moralmente dotado como para dirigir la vida de sus congéneres, a la mayoría de los cuales ni siquiera conoce.
Más allá de esta mirada ajena sobre la sociedad humana, y del trasfondo histórico de la llegada de los bionautas a la Tierra, la novela es también la historia de una familia, formada por alienígenas y terrestres, con inclusión de diversos tipos de relaciones y orientaciones sexuales entre sus miembros, donde lo que define a esa familia como tal es ni más ni menos que el amor que sus miembros sienten unos por otros. Así que Bionautas es, también, una novela sobre el amor, con sus encuentros y desencuentros que, en ocasiones, tienen consecuencias fatales.
Como decía más arriba, la novela toma la forma de un largo monólogo, en el que Elio le habla a esa adolescente atormentada sobre sus propios orígenes, le explica cómo llegó a conocer y a amar a su madre y a su padre terrestre y el largo proceso que la ha hecho ser quien es. Se trata, por lo tanto, de alguien que está recordando hechos y sentimientos que tuvieron lugar en un pasado a veces lejano, que está tratando de explicar y explicarse, y que a veces divaga, saltando hacia adelante y hacia atrás en el hilo temporal de la narración, repitiéndose, contradiciéndose en ocasiones, pues la memoria y los recuerdos muchas veces se ven empañados por los propios deseos. Pero todo esto, lejos de resultar un inconveniente para la lectura, nos acerca más aún al narrador, nos hace percibirlo como alguien no tan ajeno ni extraño. Esta es, para mi, una de las genialidades de la novela: la manera en que Cristina utiliza el aspecto formal para acompañar y reforzar el mensaje que intenta transmitir.
Llegando ya casi al final de la reseña, quizás os estéis preguntando a qué viene el título que le he puesto. Sin revelar demasiado, entresaco una cita de Bionautas que ilustra lo que intento transmitir al mismo tiempo que ayuda a entender el título:
Creo que lloré, pero no sé si eso realmente pasó o si la emoción del recuerdo me hace añadirlo. Porque los bionautas no sabíamos llorar entonces, eso lo aprendimos luego. Probablemente aquello no pasó, pero los recuerdos a veces son juguetones. Pongamos que lloré, porque así quiero recordarlo.
En definitiva, Bionautas me parece una novela magnífica, hermosamente escrita, incluso en aquellos pasajes más duros o cruentos; una historia en la que hay lugar para seres llegados del espacio, historias familiares largo tiempo ocultadas y al final desveladas, amor sin etiquetas, catástrofes apocalípticas, conspiraciones en la sombra (de esto no he hablado, pero sí, también las hay) y, sobre todo, humanidad. Mucha humanidad.
Valoración
-
9/10
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Ame la reseña.
¡Gracias! Amarás el libro también, seguro.