- Título: La canción secreta del mundo
- Autor: José Antonio Cotrina
- Editorial: autopublicado
- Formato: e-book
- Ilustración de cubierta: Libertad Delgado
- Fecha de publicación: junio de 2019
- Enlace de compra: Amazon
Cuando terminé La canción secreta del mundo, cerré la solapa (figuradamente, dado que lo leí en digital) y me quedé unos instantes pensando con la mirada perdida en el infinito…
«¿Cómo he podido vivir hasta ahora sin leer este libro?»
Porque La canción secreta del mundo es un libro excelente, una puerta perfecta a un universo lleno de maravillas. Luego pensé un poco más…
«¿Cómo voy a poder vivir a partir de ahora tras leer este libro?»
Porque las maravillas que contiene el universo al que da entrada este libro (Universo entre Líneas, según lo denomina el autor) son aterradoras y letalmente peligrosas, y los pobres mortales que se internan en él tienden a no tener finales felices.
Aunque admito que es posible que en el párrafo anterior me haya dado un poco a la hipérbole respecto a mis momentos de introspección al acabar una lectura, ambas reflexiones son ciertas: La canción secreta del mundo (La canción, de aquí en adelante, en aras de la brevedad) es uno de los mejores libros que he leído en los últimos meses (años, diría), pero no es un libro alegre. Es un libro coherente con el mundo que describe y, por tanto, las cosas no terminan bien solo porque hay personas buenas que tal vez lo merezcan. Cotrina ha venido a machacar tu alma con este libro, y es importante que lo tengas claro antes de internarte en sus páginas. Nunca en otro texto podría aplicarse tan bien la famosa advertencia que encuentra Dante a la entrada del infierno: «Abandonad toda esperanza, quienes aquí entráis».
Volvamos ahora a un inicio más típico de una reseña: La canción acaba de ser reeditado por el propio José Antonio Cotrina y por la simpar Gabriella Campbell, con una nueva cubierta de Libertad Delgado (la cual, personalmente, me encanta, como todas las suyas). La obra se clasifica como literatura juvenil, y aquí me temo que debo discrepar. Todos sabemos que estas etiquetas son cuestiones más comerciales que reales, pero no veo qué posible característica puede definir a La canción como una obra juvenil, más allá de que la protagonista (y dos de sus coprotagonistas) son adolescentes. Ni la complejidad de la trama, ni el desarrollo de personajes, ni por supuesto el universo en que se ambienta tienen nada que envidiar, o que los diferencie, de cualquier otra obra del género destinada al público en general. ¿La pueden leer jóvenes? Si, sin duda alguna, en mi opinión. Pero soy de esas personas que creen que a partir de los 15 años, más o menos, puedes leer todo aquello que te apetezca siempre y cuando lo disfrutes.
La canción narra la historia de Ariadna, una chica adolescente que solo recuerda los últimos cuatro años de su vida, desde que apareció en un orfanato. Tiene un ojo totalmente negro pero, aparte de esa extraña característica a la que los médicos no dan importancia, hace una vida normal con su novio Marc, sus padres adoptivos y su hermano. Al poco empieza a soñar con lo que ve otra persona, que resulta ser Evan, un amor de ese pasado que no recuerda. Evan le explica que ella es especial, que pertenece a un mundo oculto dentro de nuestra sociedad donde existen los magos, los monstruos, los vampiros, etc. Suena trillado, ¿verdad? Triángulo amoroso, adolescente que descubre que no es como los demás, seres sobrenaturales ocultos en nuestra sociedad…casi parece el argumento de Crepúsculo, Cazadores de Sombras o alguno de sus clones. Y, sin embargo, si a partir de esta sinopsis piensas que el libro va a ser previsible… me temo que aún te queda mucho descubrir de Cotrina, my sweet summer child… El autor retuerce el tropo hasta volverlo del revés. Ariadna no es especial en el sentido que esperas, el triángulo amoroso no se desarrolla como esperas, y sobre todo, el libro no termina como esperas, ni siquiera cuando ya llevas un buen trecho entre sus páginas. Al fin y al cabo…nadie podría ser tan cruel con sus personajes, ¿verdad?
Aparte de la trama en sí, sobre la que volveré más adelante, uno de los aspectos que más me ha impactado del libro ha sido el Universo entre Líneas en el que se desarrolla. Se trata de un gigantesco escenario en el que el autor ha ya ha emplazado varias de sus obras (La canción comparte universo con Las fuentes perdidas, Lilith, el juicio de la Gorgona y La Sonrisa de Salgari) y al que planea volver en el futuro. Este universo despierta el sentido de la maravilla en varios sentidos, desde los lugares que se describen hasta los personajes y organizaciones que lo pueblan (y quien dice organizaciones dice camarillas de asesinos inmortales, bandas de mercenarios con poderes mágicos o clanes gitanos de vampiros).
Cotrina demuestra primero una gran imaginación para crear todos estos elementos, pero también una gran habilidad para describirlos en imágenes muy visuales. Recuerdo especialmente la isla de Iskaria, con restos de una civilización perdida, que es arrastrada por un coloso inconmensurable a través de un mar de lava. La descripción que el autor hace de este lugar es en sí una llamada a la maravilla, a lo extraño y grandioso. Sirva también como ejemplo de la profundidad del universo dibujado en este libro: ¿por qué arrastra la isla? ¿Quién le obliga? ¿A dónde va? Da igual si la trama se relaciona profundamente con un elemento o no, siempre da la impresión de que ese elemento existe por sí mismo y tiene mucha más historia detrás de lo que se ve. Iskaria es uno, pero se podrían mencionar muchos más: la ciudad condenada de Cicero, la segunda luna de la Tierra, las casas idénticas o la tenebrosa Umbría.
Lo que he indicado de los lugares es aplicable también a los monstruos y personajes que pueblan el Universo entre Líneas. Cada uno de ellos tiene sus propias características que lo hacen único, y hay desde engendros mágicos indestructibles que te persiguen si robas algo hasta gigantes que llevan un ángel clavado a la espalda para poder volar. Mención aparte merecen aquellos que llegan a ser personajes secundarios con un cierto desarrollo, como Legión, que es capaz de cambiar entre las formas de aquellos que mata pero solo hasta que esa forma muere de nuevo; los tenderos Tracia, cuya tienda se desplaza de lugar y cobran en tiempo de vida; o el inefable Conde Sagrada, dueño y señor de la casa sin ventanas, alcalde derrocado de Cicero y el único que sabe que’e hay en el último piso de la guarida de la Carroña.
Al lado de este poderoso worldbuilding la trama no desmerece, y eso es decir bastante. Cotrina subvierte el tropo de la novela juvenil comentado más arriba, y lleva el libro por derroteros más probables en un mundo donde los monstruos descritos existen. La historia se desarrolla mientras Ariadna va descubriendo su pasado, y estos avances se entrelazan con escenas de acción o momentos de tensión dramática bien narrados. La accción, por tanto, no se detiene nunca, lo que hace de La canción un libro ágil, un pasa páginas donde constantemente están pasando cosas.
Quizá, como único punto negativo, me ha parecido en algún momento concreto que el autor se excede un poco buscando giros crueles para con la protagonista. Es casi como si estuviera a punto de dejar de ser coherente, no por forzar finales felices en alguno de los arcos de la trama, sino por pasarse hacia el otro lado incluso en un universo tan duro como el descrito. Pero no deja de ser un caso puntual, que no rompe el desarrollo de la historia y, quién sabe, tal vez es solo mi cándida alma protestando de forma subjetiva por tanto infortunio del destino.
Los tres personajes principales están bien definidos y tienen su evolución. Aunque no es una novela centrada en el desarrollo de los mismos (predomina la acción sobre la introspección), no puede decirse que sean planos. La protagonista, Ariadna, sufre según descubre su verdadera naturaleza, y sus cambios y reacciones están bien llevados. Cotrina explica lo que esas relevaciones suponen para ella, y cómo su personalidad y motivaciones cambian, pero sin perderse en largas disquisiciones que ralenticen la trama. Evan, la parte sobrenatural del triángulo, cumple dentro de sus fijaciones, y puede llegar a ser un buen ejemplo de un amor tóxico. Marc, el novio «terrenal» de la protagonista, es tal vez el más plano de los tres, siendo representado como un buen chico arquetípico enamorado completamente. Se queda más como un contrapunto a Evan o como motor de las acciones de Ariadna, según el momento. En cualquier caso, cumplen todos más que sobradamente como sustentos de la historia, aunque compitan en protagonismo con el propio decorado de la obra.
Como ha quedado claro, La canción secreta del mundo me ha encantado. Es una excelente novela, entretenida, ágil y con un trasfondo increíble. A pesar de saberlo, a veces uno se sorprende de la calidad, la riqueza y la variedad de géneros de las obras que tenemos en las autoras y autores nacionales. Qué harían en igual de condiciones de visibilidad comparados con otros autores extranjeros…
En fin, tanto me ha gustado La canción que, aunque la tengo en digital, la voy a volver a comprar en papel. La necesito, aunque solo sea para poder sostenerla apropiadamente en mis manos (en una pose dramática apropiada) mientras recompongo los trocitos de mi corazón cada vez que la relea.
La canción secreta del mundo
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