Datos del libro
- Título: Estación Central (Central Station)
- Autor: Lavie Tidhar
- Traductor: Alexander Páez
- Editorial: Alethé
- Fecha de publicación: 2018
- Nº páginas: 308
- Idioma original: Inglés
- Formato: rústica con solapas
- Leído: verano de 2018
- Premios: World Fantasy Award
Esta es una reseña a cuatro manos, escrita entre LJ Salart y Consuelo Abellán. A los dos nos gustó mucho Estación Central, de Lavie Tidhar. Es de esos títulos que te entran en la cabeza y te llegan hondo. Pero ninguno de los dos se sentía capaz de hacer la reseña en solitario, por lo que decidimos aunar esfuerzos.
Nos provocaba curiosidad el por qué Alethè ediciones había decidido lanzar su sello con esta novela como estandarte. Según nos cuentan, al pensar en alguna obra de ciencia ficción, surgió de forma inevitable el nombre de Lavie Tidhar que, a pesar de ser uno de los mejores autores del panorama actual y de escribir como los ángeles, en España no era muy conocido (hasta entonces solo había dos obras suyas traducidas al español: Osama, publicada en 2013 por RBA y Un hombre sueña despierto, de la editorial Kailas, 2017). No podemos sino alegrarnos de esta acertada decisión de la editorial.
¿De qué va?
Una de las principales genialidades del libro es que no va de nada en concreto, no hay una historia. Hay fragmentos de muchas historias, retazos de vidas de las que solo conocemos algún aspecto trascendente, pero casi nunca conclusivo. Y, sin embargo, el libro se sostiene, cada historia es especial por separado, pero todas juntas componen algo mucho más grande. No es una antología de relatos, no es una novela al uso, pero es todas esas cosas. Nos podríais decir, es un fix-up y esa es su gracia, pero lo que hace Tidhar va más allá de esto, lo lleva a un nivel al que no estamos acostumbrados en ese tipo de estructuras (estamos modo fan). Por hacer un paralelismo con algo más gráfico, diríamos que Estación Central es como un cuadro impresionista. Visto de cerca, al detalle, solo hay pinceladas, pequeñas motitas de color. Pero tomando distancia, todas esas manchitas de colores componen algo extraordinario y que cobra sentido. En el caso de Estación Central, es todo un mundo lo que puedes ver. Es una novela de un momento y muchos momentos, de un lugar y muchos lugares, de personas, de robots, de híbridos, de IAs…
El worldbuilding
Thidar plantea un universo muy complejo. La historia se sitúa en Tel Aviv, con la situación socio-política actual de Israel y Palestina, por lo que bebe de la tradición judía. Pero la humanidad ha vivido enormes procesos migratorios, por lo que se da un mestizaje que tiene su reflejo en los personajes y sus historias, mezclándose también elementos de la cultura cristiano-europea, árabe y china. A estos elementos más tradicionales, les añade los clásicos de la ciencia-ficción: exploración y colonización espacial, virtualidad, robótica, biorobótica, transhumanismo, Inteligencia Artificial… todo ello mezclado por momentos con elementos mágicos explicados como ciencia. En este sentido, hay un ejercicio consciente de ubicar la novela en algún lugar inconcreto entre la fantasía y la ciencia ficción que ni el ciberpunk puede resolver.
Otro elemento poco científico que sobrevuela todo el libro es la religión. En el mundo de Estación Central las religiones se han transformado, han mutado. Se conservan tradiciones al tiempo que aparecen nuevas creencias y ritos, casi podríamos decir “on demand”, al gusto del creyente. Nos presenta como algo inherente al ser humano la necesidad de creer en algún tipo de ser trascendente para poder sobrellevar el día a día. Y algo que trasciende a lo humano, con religiones de IAs/robots para IAs/robots, con religiosos robots para humanos… Como decíamos, el sentido de la magia y ciencia trasciende las clasificaciones.
Pero no solo crea este mundo enorme y complejo, sino que te lo cuenta a pequeñas dosis, desmigajándolo e inoculándote un universo que no te acabas. Listar todos los temas que trata el libro nos llevaría ocho reseñas. Esto nos había pasado hacía poco solo con Luna de Ian McDonald. Para todos los escritores con tendencia a caer en el infodump: leed Estación Central y tomad notas de cómo Tidhar avanza detalles que luego serán el centro de atención, cómo esas pinceladas de las que antes hablábamos no están hechas al azar, sino pensando en el efecto que tendrán en el lector.
No queremos olvidarnos del trabajo de traducción que ha hecho Alexander Páez en Estación Central, y cómo ha sabido trasponer la complejidad del universo creado y los conceptos.
Capítulos y personajes
Como hemos comentado, no es una novela al uso, no hay una historia. Del mismo modo, no hay un protagonista. Hay muchos, hay familias de personajes. Porque en esta aventura que te lleva más allá del sistema joviano, la familia nunca desaparece. En casi la mayoría de los capítulos, Tidhar se pone al lado de sus personajes para contarnos un fragmento de su vida. Aunque narrado en tercera persona, el relato, en cada uno de esos capítulos, toma el carácter y la visión del personaje, incluso llegando a componer una mala historia del oeste. Cada personaje tiene algo que lo hace especial. Cada uno tiene un pasado, una historia de la que nos vamos enterando poco a poco y que nos permite llegar a conocer a fondo al personaje y parte del mundo en que se mueve. Tidhar lo hace con tal maestría que hasta los robots tienen personalidad y los robotniks, cyborgs sin memoria, tienen carácter. Aunque los últimos capítulos son narrados desde múltiples perspectivas, rompiendo el encanto de un personaje por capítulo, esta aproximación te permite conocer a fondo alguno de los aspectos que conforman el relato.
De los personajes, nos gustan en especial Miriam, el Reverendo Remiendo y…, no por nada en especial, pero nos gustan.
Adenda: Família
Han pasado meses desde que leímos Estación Central y preparamos esta reseña y aún seguimos pensando en el libro. Puede que se hayan ido borrando rostros de los personajes, puede que se mezclen todos en uno solo. Puede que por ello hayamos llegado más a fondo en el libro. Estación Central tiene un protagonista que toma muchas formas: es una familia, una herencia, un lugar… todos juntos, mezclados como en la mente de… (de quién lo descubriréis al leer el libro).
Valoración
-
8/10
LJSalart
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