Este viernes, Laura S. Maquilón presenta su novela El pasado es un cazador paciente (Sportula) en Gigamesh Tienda. Antes de la presentación hablamos con ella. Aunque en OC hablamos mucho con ella: Laura es una de las sabias de nuestro consejo, y la queremos mucho. Reconoceré que aún no me he leído el libro y que para esta entrevista he necesitado del apoyo de Carla Campos, a quien también queremos mucho. Lo que sí que hice fue leer este verano el cuento, “Cazadora de sueños”, publicado en Libros Prohibidos, que se enmarca en el mismo universo y, por lo que me han chivado, cierra El pasado es un cazador paciente.
Cuéntanos un poco de ese universo. Una mafia, chunga, de ladrones de sueños. Una mezcla interesante entre los sueños como algo onírico y como un anhelo. Los ladrones usan sus atrapasueños para robar los sueños a alguien y metérselos a otra persona, y cambiar sus motivaciones vitales. Háblanos un poco de ese mundo y de donde nació.
La culpa de todo esto la tiene el anuncio de un banco que me colaron cuando fui a ver Wonder Woman al cine. Sí, de un banco. Yo pensaba que iba a ser una película y estaba flipando porque no había oído hablar de ella a pesar de tener una premisa bastante interesante: se podían almacenar recuerdos y guardarlos en un pen drive o algo por el estilo (hace un año y pico de esto, así que ya lo tengo un poco borroso). Y luego resultó ser publicidad de un banco. Menuda decepción me llevé. Pero yo ya me estaba preguntando cosas. ¿Qué ocurriría si se pudieran vender recuerdos? ¿Renunciaríamos a toda nuestra vida por hacernos ricos o sería nuestra última opción? ¿Existiría el contrabando, el robo y venta ilegal de recuerdos?
Aunque esa idea todavía me ronda la cabeza, cuando llegó el momento de ponerme a escribir, los sueños sustituyeron a los recuerdos. Necesitaba ambientar una historia en un pueblo para la convocatoria de No son molinos que realizó la editorial Cerbero. Hay muchas ideas revoloteando en tu mente y, conforme vas trabajando, algunas se funden, se transforman, se alían con otras hasta que todo encaja. Más o menos fue lo que ocurrió. La idea de robar y vender sueños me venía muy bien para criticar cómo nos venden que en los pueblos no hay futuro, que todo se concentra en las ciudades, y encima se trabaja para que así sea, creando un bucle muy peligroso. Si disminuyen las infraestructuras y las conexiones con los pueblos, la gente se marcha, y si la gente se marcha, las infraestructuras y las conexiones son menos necesarias, con lo que siguen disminuyendo. Es cierto que en la novela y en el relato ahondo más en otros temas, pero esa base está ahí.
De entrada no es una elección evidente entre fantasía/magia y ciencia ficción. A mí, personalmente, me gustó esa ambigüedad del planteamiento en el relato. Espero que en el libro, o ahora, desentrañes el funcionamiento de esos atrapasueños.
La novela la escribí previamente al relato. Cuando escribí «Cazadora de sueños», ya había enviado el manuscrito a editoriales y la mayoría de lectores beta me había comentado lo mismo: quiero saber más. Es algo natural, cuando escribes cosas cortas todo el mundo quiere saber más, pero a veces ni tú misma sabes mucho más de lo que se plasma en la historia. Al plantear relatos no suelo trabajar demasiado el mundo. Me documento, sí, pero luego solo trazo lo indispensable. Si pasara meses construyendo un sistema de magia, seguro que no me saldría un cuento. El pasado es un cazador paciente comenzó siendo un relato, así que solo necesité unas pinceladas del funcionamiento de los atrapasueños, lo que requería para que la historia se comprendiera y fuera coherente. En «Cazadora de sueños» añadí más detalles y se complementan entre sí, pero el crecimiento ha sido bastante orgánico, respetando siempre lo anterior.
Es cierto que en un principio me planteé que el sistema fuera muy científico, pero conforme iba perfilando detalles, me atraía mucho más la idea de la ambigüedad, de dejar la puerta entreabierta y permitir el paso a lo maravilloso. Creo que funciona bien con el tono onírico de la historia. Para mí tiene más peso la fantasía, pero hay quien prefiere ver una base más científica y me parece bien. Para eso está la ambigüedad, para que cada cual aporte su visión, es de los aspectos que más me gustan de la literatura.
Marina, la protagonista, es una curtida ladrona de sueños que debe volver a su pueblo natal para acometer un robo. Cuéntanos sobre qué temas querías reflexionar tras ese abandono del pueblo y vuelta forzada por trabajo, ese reencuentro.
Como he comentado antes, está la crítica a la confrontación pueblo/ciudad. Los que menos tienen son los que más sueñan, mientras que cuando lo tienes prácticamente todo a tu alcance sin mover un dedo, la desidia te vence. Pero lo que en realidad mueve la novela es otro asunto: las consecuencias de una guerra, pero no a un nivel histórico, sino a uno más íntimo, más familiar, lo que no sale en los libros, lo que trata de borrarse. Por casualidad, Mariana Enríquez mencionó algo en relación con este tema cuando estuvo en el Celsius y creo que dio en el clavo: hay historias que no se han acabado de contar, que no han podido tener un final verdadero y digno. Son los auténticos fantasmas de nuestra Historia. Podría decir que El pasado es un cazador paciente es una novela de fantasmas: los que persiguen a Marina y los que deja la guerra.
Y hasta aquí queremos contaros sobre “El pasado es un cazador paciente”- Lo que le ocurrirá a Marina cuando llegue al pueblo e intente robar el sueño, eso es mejor que lo descubráis. ¿Quieres añadir algo más sobre la novela?
¡Hola, personita que estás leyendo esto! Olvida todo lo que he comentado hasta ahora y crea tus propias impresiones sobre la historia (si te animas a leerla, claro), que mola más que cuando ya te dicen lo que deberías pensar (y porque, además, a lo mejor no he conseguido transmitir lo que quería). Y, tanto si la lees como si no, muchas gracias por llegar hasta aquí.
Bueno, una última pregunta. ¿Qué nos encontraremos este viernes en la presentación en Gigamesh?
Yo espero encontrarme muchas preguntas. Aunque sean sobre tortillas. Pero prefiero la interacción al monólogo, que yo ya me escucho bastante todo el día. Confío plenamente en Alister Mairon, que hace entrevistas estupendas. Y seguro que también nos reímos un rato. Intentaré llevar alguna sorpresa, pero desde hace un par de meses ando muy justa de tiempo. Con que pasemos un rato agradable y entretenido me conformo.
Así, cambiamos de tema. Cuando este verano reseñé Iridiscencia, mostré mi total amor y devoción por el relato de Laura en esa antología. Iridiscencia fue una iniciativa de La Maldición del Escritor para conformar una antología de sexualidades no normativas. En su cuento, “Desconexión”, Laura abordaba el amor entre especies, en una metáfora cifi que me enganchó, tanto por la historia, como el trasfondo, como por la magnífica prosa. ¿Qué nos querías contar en “Desconexión”?
Voy a ser sincera: «Desconexión» es mi versión aliendrama de una relación a distancia. Cuando tienes una relación a distancia nunca falla quien te diga: «uy, pero cómo aguantas tanto tiempo sin sexo». En el relato aparecen personajes asexuales, cierto, pero también quería remarcar que el sexo no lo es todo, que lo que te llena en una relación depende de cada cual, y que se basa sobre todo en la confianza. Además, aprovechando todo este romance, también quería hablar de que la depresión no se cura con el amor, que es un tópico muy habitual que no soporto.
Pero yo conocí a Laura hablando de feminismo en twitter. No sé si ella se acordará, pero en más de un tema partíamos de posturas diversas, y es más que probable que me convenciera. ¿Cómo va esa lucha feminista en redes?
Quema mucho, y eso que yo no he recibido más que a unos pocos trolls (supongo que hacer bloqueos preventivos también ayuda mucho), pero estar todo el día combatiendo es arduo y requiere un tiempo del que ahora mismo no dispongo. Sigo compartiendo opiniones de compañeras que me parecen interesantes y cuando siento que tengo algo que aportar, lo hago, además de ayudar a compañeras que lo necesiten. Ahora me estoy centrando más en acudir a charlas o clubes de lectura, hablar de otras autoras o escribir algún artículo, además de estar en La Nave Invisible y leer teoría feminista en cuanto puedo.
Laura es una de las fundadoras de La Nave Invisible, una iniciativa que quiere dar a conocer la literatura fantástica creada por mujeres. Háblanos de la experiencia con La Nave, cómo ha sido ese arranque y vuestros próximos retos.
Estar en la Nave es una montaña rusa. Empezamos con muchas ganas y tiempo, nos siguió mucha gente, unas pocas personas nos dieron la espalda, nos sorprendimos con la primera nominación a los Ignotus en apenas unos meses, el tiempo disponible se fue reduciendo y, aunque las ganas se mantienen porque el objetivo nos motiva, también es más duro seguir al pie del cañón. Son muchas horas invertidas, mucho esfuerzo y a veces no puedes más. Pero tienes a tus hermanas (porque eso somos ya, una familia) para tomar el relevo y auparte de nuevo y sigues, porque merece la pena, por todas las lectoras que han descubierto autoras que desconocían, por todas las escritoras que no han tirado la toalla o se han animado a dar un paso adelante. Ahora somos más y las nuevas tripulantes, aunque llevan poquito, están haciendo un trabajo estupendo. Al final se trata de que quien pueda y quiera ponga su granito de arena, por eso la Nave está abierta a cualquiera (sobre todo si hace entrevistas tan geniales como la que le hiciste a Blanca Rodríguez). La Nave no somos solo un grupo de chicas que un día creyeron que podían ayudar a cambiar algo, es toda persona que crea en ese cambio y quiera contribuir con él. Nosotras solo coordinamos el proyecto.
Nuestro reto ahora mismo es seguir aumentando nuestra presencia fuera de redes en la medida de nuestras posibilidades, como la colaboración con SuperSonic, las charlas en el Celsius, en el Ansible, en la LitCon o en diversas presentaciones. No llegamos a todo, pero hacemos lo que podemos.
¿Cómo ves el momento de la literatura fantástica escrita por mujeres en nuestro país?
Mejor que cuando estrenamos la Nave, desde luego. Yo participo en la sección de novedades y recuerdo que había meses en que costaba rascar alguna novedad, sobre todo española. También es cierto que la soltura que tenemos ahora para encontrar novedades es mucho mayor, pero hay muchas editoriales, sobre todo jóvenes, que están publicando a muchas más mujeres con una calidad sobresaliente. También hay muchas más nuevas voces, no hay más que ver Alucinadas IV o el II Premio Ripley, aunque se nota que la participación sigue siendo inferior a la de los hombres. Queda mucho por hacer, pero creo que eso depende mucho más de otros factores. Lo importante es ayudar a combatir prejuicios y que las mujeres escriban y envíen sus cosas sin pudor. Para eso, apoyarse en otras escritoras y trabajar en círculos de confianza va muy bien. No hay nada como sentir las victorias de las demás como propias, porque todas avanzamos gracias a ello.
Y como Laura no para quieta, es también editora en la revista Windumanoth y colabora en Libros Prohibidos.
Hola, vida, ¿por qué no vuelves? ¿Dónde se van las horas? Por favor, que alguien invente los días de 36 horas, como mínimo. Ahora se me ha echado todo un poco encima porque he vuelto a estudiar y, por mucho que me organice, siempre arrastro algo. Pero igualmente estoy contenta de poder colaborar en estos proyectos y agradezco muchísimo la confianza que Javier Miró y el equipo de Windumanoth han depositado en mí.
Nos vemos este viernes en la presentación, con muchas ganas de escucharla, y más de leerla. Que creo que no lo he dicho lo suficiente, pero Laura escribe muy muy muy muy muy muy muy muy muy muy muy bien.
LJSalart
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