«No tengo ni puta idea de lo que estáis hablando«, así iba a llamarse esta ¿entrada? De hecho, creo que ese es su nombre aunque el título sea otro.
Pero según iba escribiendo, me ha parecido más correcto llamarla «El que no tienes ni puta idea eres tú» y que además aparezca al lado la foto de Francisco Jota-Pérez, porque la frase va dirigida a él.
Ahora voy a intentar explicarlo, más que nada porque el tío tiene cara de tener mala hostia.
Todo empieza hace una semana, cuando Ediciones El Transbordador publica el relato «Luz simiente» del anteriormente mencionado autor, Francisco Jota-Pérez. En cuanto me despierto, lo primero que hago es descargarlo y leerlo, para después escupir una entrada en 10 minutos.
Nada arriesgado, un par de apuntes sobre la obra y después una especie de juego sobre lo que a mí me parece que hay que intentar hacer cuando se está ante un texto de este señor. Estoy loco, pero no lo suficiente como para entrar más en un relato de este estilo.
Entonces es cuando me entero, gracias a Hugo Camacho y a la librería Chronos, de que han colgado un vídeo de la presentación que el propio autor hizo del relato el mismo día de su salida al mercado. Por supuesto, en cuanto llego a casa, me lo meto sin anestesia, así, a lo loco, con una cerveza.
Iban pasando los minutos, las reflexiones, las preguntas y entonces es cuando aparece en mi cabeza la frase «No tengo ni puta idea de lo que estáis hablando«. El desconcierto era tal, que abrí de nuevo el relato y empecé a leerlo, no sin antes comprobar que el título de la presentación correspondía con el título de lo que yo había leído.
Aquí es donde empieza mi malestar, la sensación de no haber entendido nada. Sí, lo que estaban diciendo puede que se vea representado en el relato, pero no es lo importante. Lo importante es otra cosa, hay otras imágenes en mi cabeza, va por otro camino. Es decir, no he entendido nada, soy idiota, Jota-Pérez no es para mí.
Entonces recordé una conversación con Cristina Jurado (a la que por cierto, alaban en el vídeo), que amablemente se ha ofrecido a escribir este párrafo sobre aquel momento (es decir, se lo he pedido con toda mi jeta):
Pienso que los escritores no eligen sus historias, sino que son estas las que seleccionan al escritor o escritora, que se encarga de verterlas en palabras para que los lectores las saboreen. Una vez que se produce esa transfusión, la historia adquiere entidad propia en la mente del lector o lectora, y le salen alas, o cambia de forma, de intención, de rumbo. Por eso, por ejemplo, cuando alguien interpreta una historia que yo he escrito y esta se aleja de la mía en el momento de la transfusión, gozo enormemente con el añadido personal, con la customización de las intenciones y de las referencias. Eso es para mí la literatura.
Y aquí es donde mi sensación cambia. No soy yo el que no ha entendido nada, el que no tiene ni puta idea es él. No sabe lo que sus textos significan para los lectores, no sabe lo que este texto ha significado para mí, no sabe dónde estoy ni cómo me encuentro y según parece, tampoco sabe que en el momento de la transfusión, debería de gozar enormemente con el añadido personal, con la customización de las intenciones y de las referencias (lo ha dicho Cristina Jurado, es ley).
La parte central del vídeo me tranquiliza un poco, se escapa del texto en sí y hay varias reflexiones que tienen que ver más con su manera de ver la vida que con el relato.
Y entonces es cuando surge la magia, cuando todo vuelve a tener sentido, cuando me doy cuenta de que realmente, esto no va de entender, de tener o de comprender. Empieza poco a poco, con una pregunta de alguien del público sobre si el texto es una herramienta. «El texto siempre es una herramienta» contesta Jota-Pérez. Y a partir de ahí, sale la verdad (cito trozos de la conversación que me parecen claves):
Yo lo que intento siempre es infectar al lector, intentar remover algo. […] Si puedes encontrar poesía en lo más abyecto, puedes empezar a pensar en reformular las resonancias de los mitos. […] Creo que el artista tiene la obligación, y más hoy en día, de volver a apelar a lo simbólico y de volver a jugar con lo simbólico. Jugar con lo simbólico y atacar desde ahí. […] Puedes encontrar un significado a cada cosa que diga. También te puedes volver loco buscando, pero mi intención es generar una experiencia. No demostrar cuánto sé sobre un tema ni hacer algo bonito.
Ahora ya sí que estoy más cómodo, incluso me recuerda a algo que yo mismo he dicho sobre leer su obra:
Leer a Jota-Pérez no tiene nada que ver con la inteligencia, tiene que ver con las ganas que tengas de seguirle el juego y con la fuerza que tengas para terminarlo o dejarlo a medias.
Y finalmente es uno de los asistentes a la presentación el que termina de tocar la tecla correcta:
Intentar racionalizar toda esa imaginería que invocas, mientras lo lees, creo que es un error. Realmente lo intenso es sentir ese asco, sentir ese miedo, ese terror. Ya racionalizarás a posteriori. La lectura de tus textos es algo muy personal, pero yo personalmente después, disfruto intentando racionalizar, muchas veces sin conseguirlo.
A lo que Jota-Pérez responde:
Si tu interés es generar una experiencia, no puedes estar apelando a la comprensión. […] Mi intención es generar una experiencia, pero hay un trabajo de fondo que hace que pueda racionalizarse después. […] Tenemos espacio mental suficiente para que quepa todo. […] Me cabrea que nunca se apele a solo la experiencia.
La conversación no es exactamente esa, ni está en ese orden, pero como él mismo defiende la teoría de que el tiempo no hay por qué tomarlo como algo lineal, lo he ordenado como me ha parecido. No sé si en ciclos de cosechas, en ciclos de las estaciones o en ciclos que me venían bien para darle algo de sentido a todo esto (para más información, léase Homo Tenuis y/o véase el vídeo de la presentación).
Y ahora es cuando debería exponer lo que ha supuesto para mí el texto, lo que he interpretado y lo que he comprendido, pero soy más de apelar a solo la experiencia que de racionalizar e intentar comprender.
Y recordad lo que decía en la entrada inicial:
- Sí que hay una historia en el texto, pero a veces no es lo importante.
- Déjate llevar por las palabras, luego relees.
- No te has ido del texto, el texto se ha ido por sí solo.
- Atento a la forma, al dibujo. Aleja el libro, hay que mirar desde lejos.
- La poesía a veces se convierte en palabras disparadas, no te preocupes, sigue leyendo.
- No esperes una respuesta rápida, a lo mejor llega tiempo después, o igual nunca llega.
- Investiga. Hay realidad, ficción, intención y a veces, nada de lo anterior.
- Intenta encajar las piezas, es un puzzle de párrafos.
- Si ves repetición, atento, ahí hay algo. O no.
- Relájate y disfruta, duele pero es soportable.
Origen
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Me ha gustado mucho la entrada. A veces hay que dejarse llevar. Rebuscar más tarde. Comentar con otras personas. La respuesta que buscas aparecerá. O no. Nunca se sabe, pero estamos aquí para jugar y divertirnos. Un abrazo^^
Gracias a ti. Eres el único que siempre tiene algo que decir, unas palabras de apoyo, tu opinión… La verdad es que ayuda a tirar «palante»
Muy buena entrada. La misma reflexión hicimos en la presentación en Málaga: que es un relato que cada cual forma en su cabeza a partir de lo que lea, y que puede ser totalmente distinto para un lector y para otro. No hay una historia predefinida que comprender porque el texto no es tanto narrativa como sensaciones.
Casualidades de la vida… Tú mandas un comentario a una entrada sobre una presentación de Jota-Pérez y yo estoy terminando de escuchar tu presentación de «El tapiz invisible»… Es un grandísimo honor que comentes mi blog, ha sido un grandísimo placer conocer tu obra y espero poder seguir disfrutando de ella.
Por cierto, Alejandro Castroguer debería de hacer más presentaciones, muy grande.
Por cierto, dan ganas de comprarla en papel…
^.^
La verdad es que los dibujitos y la maquetación ganan en papel 😉
Alejandro es un crack (y sin pelos en la lengua) 😛
Soy unos cracks los 2.