He de decirle a mis padres que lo hicieron muy mal cuando yo era pequeña. Me animaron a que estudiara, me recomendaron que no me vistiera muy sexy si salía de noche por lo que pudiera pasar (qué cosas, ¿eh? Pero somos nosotras las exageradas) y me prohibieron las motos y los tatuajes porque, en fin, yo soy mayor pero ellas más. Sin embargo, nunca, ¡nunca!, me dijeron que no aceptara libros de desconocidos. ¿Os lo podéis creer?
Y claro, aquí estoy yo, con mis 36 años recién cumplidos, una cría que no sabe nada de la vida, y viene un malvado camello con salvaje y sensual pelazo rizado, lettering precioso y savoir faire escritoril, y me dice: “Pssss, pssssssss, ¿quieres un libro? Es del Cotrina este. Canela fina.”
¿Y sabéis qué dije?
Dije que sí.
Gracias, mamá y papá. Por vuestra culpa soy una yonki literaria.
Sinopsis
Un grupo de doce adolescentes se comprometen bajo engaño a viajar a un reino fantástico llamado Rocavarancolia. Ese viaje, para muchos, no tendrá vuelta atrás. Una vez allí descubren que deben mantenerse con vida hasta que salga la Luna Roja, unos meses después. Durante ese tiempo, ese reino, antaño glorioso pero hoy en ruinas, lleno de peligros, magia y mortales criaturas, intentará destruirles. Muchas son las expectativas que las criaturas que forman el Consejo de Rocavarancolia tienen puestas en esos muchachos. Ellos son la única esperanza para el reino, si es que siguen vivos cuando la Luna Roja surja en el firmamento… Pero ¿qué pasará cuando eso ocurra?
Cinco razones por las cuales debéis leer El ciclo de la Luna Roja
Apenas había oído hablar de El ciclo de la Luna Roja, solo vi algo cuando Libertad Delgado ilustró las portadas de la trilogía, y, sinceramente, flipo. Más aún sabiendo que esta obra estuvo en manos de una editorial grande que podría haber hecho mucho más por ella. Pero bueno, no quiero adelantarme demasiado. Solo deciros que, en cuanto acabé, busqué reseñas y sí, estoy totalmente de acuerdo en lo que dice Ana G. Duque de estos tomos en Libros prohibidos. Y es que, a medida que iba leyendo, encontré cinco razones por las cuales creo que todos, lectores, escritores y productoras, deberíais leer esta saga.
UNO: Personajes y monstruos
Supongo que a vosotros también os pasará: cuando veo que algunos autores han publicado ni siquiera miro de qué va el libro, lo compro y punto. Es por su forma de escribir, por los temas que tratan, por su originalidad. Cotrina estaba escalando puestos en la lista hasta este libro y, a partir de El ciclo de la luna roja, ya va a ser un asiduo en mis adquisiciones.
Os voy a hablar de los personajes a través de las sensaciones que he ido teniendo. Por una parte, tenemos a los niños engañados para ir a Rocavarancolía y, por otra, a los monstruos que viven en ese mundo agónico. Si me lo permitís, dejadme que empiece por los últimos. Curiosamente, quizá por la edad, me siento más cercana a ellos que a los críos. Pero es que veo a hombres y mujeres de fisionomías dramáticas —ese ángel de piel negro y alas rojas con diamantes negros incrustados— regidos por unas normas en las que creen pero que a veces tratan como pautas generales que necesitan saltarse para conseguir un fin mayor… Es algo humano, muy humano. Por eso es tan atractiva su relación con esos niños que, pronto, dejarán de serlo.
Y sí, pobres criaturas que van medio convencidas y tres cuartas partes engañadas a un mundo que podría ser su tumba. La manera en la que se relacionan entre sí, las posiciones conscientes e inconscientes que toman dentro del grupo —líderes, seguidores—, lo bien caracterizados que están desde el principio y lo tonta que me sentí cuando, al llegar la luna roja, me di cuenta de cómo Cotrina había dejado miguitas de pan que marcaban el camino y lo ciega que estuve al no ser capaz de verlas.
DOS: Las tramas, la tensión y el clímax
Como en toda buena novela, los personajes evolucionan a la vez que lo hacen las tramas. Por una parte, esos niños que deben luchar contra una ciudad entera que quiere matarlos. Por otra, unos monstruos que necesitan que una, al menos una de las trece criaturas, viva hasta que salga la luna roja. Y, por último… Algo que no os puedo contar pero que está ahí, acechándolos a todos.
Las tramas se metamorfosean a lo largo de los tres libros con un leitmotiv latente: sobrevivir. Sin embargo, cada uno de ellos tiene un clímax muy bien manejado que viene de la mano de momentos de tensión que nos pueden parecer hasta amables. Reconozco que, en un primer momento, el autor me engañó completamente. Mientras leía La cosecha de Samhein creí que esa aura opresiva de la ciudad era un truco de ambientación, una manera de mantener al lector en tensión sin que los chavales lleguen a pasar un peligro real. Sí, pensaba que estaba delante de una novela blanca.
Ah, pobre de mí. Menuda hostia con la mano abierta me dio Cotrina. Qué manera de llorar. Y, después, el primer tomo acabó con ese cliffhanger que me obligó a comprarme el siguiente ebook corriendo y seguir leyendo. Como decía antes, el segundo tomo, Los hijos de las tinieblas, continúa con las tramas sembradas en el primero. Sin embargo, el clímax del primer libro supone un punto de inflexión que obliga al lector a tomar el segundo volumen con otro cuerpo. Con otras ganas. Realmente sufres y estás preparado, o eso crees, para lo que pueda pasar.
No es cierto que estés preparado. Los hijos de las tinieblas y La sombra de la luna roja nos cogen desprevenidos completamente, incluso cuando juegas a adivinar qué es lo que va a pasar. Son un completo desafío que vale la pena afrontar.
TRES: La ambientación
Antes he dicho que los personajes evolucionan con las tramas. Pues bien, el lector también lo hace. Evoluciona lo que piensa y lo que siente a través de los cambios que percibe en los personajes, en el ambiente, en la propia ciudad.
Crear una buena atmósfera es francamente jodido. Lo sabe cualquiera que haya intentado escribir un libro de miedo o de suspense. Y es curioso porque El ciclo de la luna roja no es de terror y, sin embargo, Cotrina nos sumerge en un estado opresivo (con un pequeño paréntesis en algunos, pocos, capítulos del primer y el segundo tomo) que no se obliga a sentirnos uno más de la cosecha.
Porque, ahora, imaginaos: Si Denestor Tul, el demiurgo de Rocavarancolia, os hubiera visitado una noche de Halloween cuando teníais 13, 14, 15 años, ¿qué yo vuestro se habría encontrado? Si con voz seductora os hubiera prometido un mundo de magia y prodigios, ¿habríais ido? ¿A qué habríais renunciado? Y, una vez que hubierais estado en Rocavarancolia y os hubierais dado cuenta de que lo más difícil iba a ser sobrevivir aunque fuera una sola noche, ¿qué habríais hecho? ¿Habríais luchado? ¿Os habrías rendido? Todas estas preguntas me las iba haciendo a medida que el autor me iba metiendo más y más en su historia.
CUATRO: El trasfondo
Una de las cosas maravillosas de leer es darte cuenta del trabajo que hay detrás de una novela. Ver cómo el autor hace sencillo lo complicado, la manera en la que ha creado una historia y nos va dando hilos sueltos de distintos colores que se van tejiendo hasta formar un solo tapiz maravilloso. Antes os hablaba de las miguitas de pan que Cotrina va dejando y que dan pistas sin que nos demos cuenta. En la primera parte del libro, en esas escenas en las que nos muestra al protagonista principal en su mundo ordinario con su hermana y su madre justo antes de que Denestor Tul fuera a buscarle, nos da una pista que cobra sentido al final del segundo libro. Es uno de los tantos detalles de la planificación que hay detrás de la trilogía, una planificación que muestra el trabajo de trasfondo que el autor lleva a cabo. No solo de los chicos: también de las criaturas de Rocavarancolia y, por supuesto, de la ciudad. De verdad os digo que es una pena que en OC no quiera hacer spoilers porque aquí os metía un chorreo de información…
CINCO: La serie
No, no tengo una noticia que vosotros no tenéis. No se va a hacer una serie de estos tomos… Aún. O eso espero.
A medida que iba leyendo, veía las posibilidades que tenía la trilogía de lanzarse a la pantalla, igual que en la reseña de Libros prohibidos que os comentaba al principio. Por una parte, los personajes: hay un poco de todo, y no me refiero solo a las criaturas. Entre los chicos vemos diferentes géneros, gustos… Además de educaciones y maneras de ser. Por otra parte, tiene un gran potencial audiovisual con el ángel negro del que os hablaba antes, y también con esa Dama desgarro que se cae a pedazos o los eternos quemados de Rocavarancolia. Por último, el manejo de la acción es muy televisiva y las descripciones, extremadamente visuales. Me parece un producto perfecto para llevarlo a la pantalla. En serio, no sé qué están esperando. O es que, quizá, los productores no conocen este filón.
Para finalizar, voy a conectar con mi lado de escritora wanna be. Leer estos libros me han provocado cierta envidia, aún no sé si buena o mala. Hasta que lo analice, os diré que si algún día escribo una trilogía me gustaría que fuera como esta. Por sus personajes, por la imaginación, por las historias que hay detrás. Tan monstruosas y tan humanas, tan horribles y tan cercanas.
Sí, sí. Yo también creo que la envidia que tengo es muy mala. Entonces, ¿qué pasaría conmigo en Rocavarancolia?
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