28 de junio de 2009, Cambridge, Reino Unido
El profesor Stephen Hawking tiene el placer de invitarle a una recepción para viajeros del tiempo que se celebrará en el Gonville & Caius College de la Universidad de Cambridge.
Úrsula Ramírez juega nerviosa con la invitación grabada en cartón sobre una de las mesas de madera gastada del Eagle Inn, a pocas calles de la fiesta. La puerta se abre para recibir a Benjamin Chan, embutido en unos pantalones de pequeños cuadros rojos y blancos ajustados hasta los tobillos, con chaleco a juego sobre un polo blanco, del mismo color de los zapatos. No lleva calcetines. Al entrar, se quita el sombrero de paja de ala corta. Su compañera no puede más que reírse.
—¿Dónde vas vestido así?
—¿Qué le ocurre a mi outfit de Moschino? Es ideal… mucho más que este total look amarillo pollo que llevas.
—Perdona, pero es un modelo clásico de su líder supremo, abrigo largo hasta las rodillas y un sombrero fantástico. Y mira qué bonito traje chaqueta de flores amarillas a juego.
Úrsula se levanta y gira sobre sí misma. Una camarera enjuta se acerca a ellos, con cara de vergüenza ajena.
—Van a ser dos copas de champán, por favor, que estamos de celebración.
—El champán solo lo servimos en botellas, señor.
—Pues vaya, una botella no nos tomaremos, ¿verdad?
Benjamin se encoje sin disimulo y susurra al oído su amiga.
—¿Qué se toma aquí? Pensaba que el champán era la norma.
—Creo que estos locales son más de cereales macerados. Pide cerveza.
—Vale…. Pues dos copas de cerveza.
La camarera responde hastiada.
—¿Qué cerveza?
—No lo sé, ¡la que esté de moda!
El viajero suelta un gritito que llama la atención del resto de parroquianos.
—Tráiganos dos pintas de medias pintas de Tailor’s. Disculpe a mi colega, es de fuera.
—De acuerdo.
Ambos quedan un rato en silencio, observando las fotos y recuerdos de los pilotos de la RAF británica que embuten las paredes, hasta que la chica regresa con el pedido.
—Son las doce, Ben.
—Brindemos por el profesor, Úrsula.
—¡Por el tiempo!
Alzan los vasos. Varios de los asistentes les acompañan.
El día en que Stephen Hawking
organizó una fiesta a la que nadie fue
LJSalart
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