Introducción
«Lo que rezuma» abre una serie de 12 relatos que se agrupan bajo el título de Aliena Terra. Cada relato, inspirado en una obra de arte, nos muestra (al estilo de las notas de un diario), algo que la protagonista encuentra en su recorrido por un extraño planeta. No sabemos cuál es el planeta ni por qué la protagonista esta allí sola, sin embargo cada cuento nos va revelando la naturaleza de ambos y el modo en que se forja la íntima relación que los une.
Lo que rezuma*
Me senté en una piedra para descansar.
Me quité el casco. Costaba respirar, pero no me importó.
Era un lugar extraño, mucho más extraño que todos los que vi desde que caí a este planeta: solo tres rocas en una inmensa llanura gris, árida, tétrica, y unas pocas manchas rojizas bajo mis pies que rompían la monotonía del paisaje.
Hasta ahora solo había caminado por un lugar polvoriento, en permanente crepúsculo, desolador.
Hacía frío, pero un frío vivificante.
Mi traje era un asco; sucio, húmedo, pesado.
Para donde mirara había llanura y sombra. La leve luz del sol parecía una vela que apenas iluminaba una habitación oscura.
Mientras pensaba en qué haría para sobrevivir en este horrible lugar, hasta tener la suerte de que alguien me encontrara y me sacara de aquí, oí un ruido acuoso y traté de ver de dónde provenía.
Me sobresalté, algo comenzó a rezumar del suelo. Era un líquido rojo, marrón, óxido. Parecía sangre mezclada con jarabe. Era oleoso y se extendía rápido.
Me levanté y me moví hacia atrás tratando de que no me tocara; mientras el líquido avanzaba hacia mí lo observé con atención. El olor iba de la trementina al aceite de eucaliptus.
Y de pronto, dejó de salir.
La hemorragia que había tenido el planeta en ese lugar se había extendido a casi cinco metros en torno al orificio de salida. Di una vuelta alrededor de la pequeña laguna que se había formado tratando de descubrir qué era.
Y entonces, la sorpresa. El mismo agujero que había expulsado el líquido lo estaba consumiendo. Se hizo un pequeño remolino y el aceitoso fluido cayó por allí. Tardó prácticamente lo mismo en caer que lo que había tardado en salir.
Cuando ya no quedó nada, observé el hueco que se había abierto en la tierra. Era un orificio arrugado, parecía un esfínter. Un esfínter que había vomitado el líquido y una boca que lo había succionado.
Volví a sentarme…
No sé cuánto tiempo hace que estoy aquí. Sigo mirando el proceso. No sé quién o qué es lo que lo provoca. No sé cuánto tiempo más voy a seguir observándolo. No me animo a mojar la mano y probarlo, no me animo a introducir la mano en el orificio.
Me fascina.
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* Inspirado en la obra “El silencio de las sirenas” de Eduardo Basualdo, 2011.
Agradecimientos:
A Teresa por su amor y su confianza.
Al bar Bar.Ko de la ciudad de Mar del Plata, donde escribí la primera versión y donde se me ocurrió escribir Aliena Terra.
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- Aliena Terra: Lo que rezuma - 18 septiembre, 2019