DATOS DEL LIBRO
- Autor: GEORGE ORWELL
- Año: 1949
- Edición: DEBOLSILLO, 2013
- Nº de páginas: 352 páginas
- Encuadernación: Tapa blanda
- Traducción: MIGUEL TEMPRANO GARCIA
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN: 9788499890944
- Fecha de lectura: Noviembre de 2016
Con esta reseña termino el repaso a la trilogía de Distopías más importantes de la historia de la literatura. Tengo que reconocer, que esto significa un punto de inflexión en mi vida como lector, sobre todo después de leer 1984. Creo que puedo decir sin alejarme mucho de la verdad, que es la mejor novela que he leído hasta el momento. Probablemente no la más entretenida, ni la que mejor me haya hecho sentir, pero sin duda, la que más me ha marcado.
Vuelvo a dar las gracias a Anna Kavehmehr (Instagram) por su amabilidad y por cederme sus estupendas ilustraciones.
Me alegro de haber leído las tres novelas en el orden que me pedía el cuerpo, el orden que al final ha resultado el correcto, el que me ha hecho llegar a esta última con el suficiente criterio para poder entender lo que estaba leyendo. Una obra maestra de la literatura.
Primero fue Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Un libro que me pareció excepcional. La excelencia del estilo narrativo de Bradbury, que hace que un texto que parece sencillo y ligero, te transporte a un mundo de oscuridad y crudeza casi sin darte cuenta. Tal vez me faltó algo más de profundidad y un final que sacie algo más al lector.
Después me lancé a por Un mundo feliz de Aldous Huxley. Un texto que entra mucho más en profundidad a la hora de describir la sociedad y el mundo distópico ideado por su autor, pero que aunque me haya gustado más que la novela de Bradbury en general, el final me ha dejado algo frío, igualando las cosas con Fahrenheit 451.
Dos novelas sublimes, imprescindibles, superlativas. Pero 1984… es otra cosa.
No es una novela, no es un libro, no es un texto ni siquiera es un relato. Es un instrumento que utiliza Orwell para entrar en nuestro cerebro, estrujarlo, darle un vuelta y dejarlo de nuevo en su sitio. Así me he sentido al terminar la novela, entre sorprendido, mareado, perplejo y con un sentimiento de profundo malestar.
En esta reseña no voy a hablar del autor, ni de las interpretaciones de la obra, ni de Stalin, ni de Korea del norte. En esta reseña voy a hablar de lo que yo creo que os puedo aportar si estáis pensando en leer la novela. Voy a hablar de sentimientos, de sensaciones, de cómo me ha marcado el libro.
Los personajes
No quiero entrar mucho en el contenido de la obra. Me parece que destripar esta novela es un crimen que no estoy dispuesto a cometer, pero sí que quiero mencionar que me parece que la manera que tiene Orwell de presentar y desarrollar sus personajes, es de las cosas más geniales que he tenido el placer de sentir.
Hay personajes con los que empatizas a niveles casi imposibles, personajes profundos, personajes vacíos, personajes que sorprenden, personajes que siguen una línea. En definitiva, cada personaje es distinto, mirado desde un punto de vista diferente y aporta pequeños detalles a la novela que nunca llegaría a este grado de excelencia sin ellos.
La oscuridad que se esconde detrás de los protagonistas, detrás del género humano en definitiva, te envuelve durante toda la novela y termina explotándote en la cara durante su tramo final.
El argumento
Todos hemos oído hablar de Orwell y de este libro. La imagen que tenía de la novela antes de comenzar a leerla no tiene nada que ver con lo que realmente he encontrado. «El gran hermano que todo lo ve» no es más que una frase que todo el mundo repite cuando habla de Orwell y que poco o nada tiene que ver con lo que realmente significa esta novela, por lo menos en el sentido que yo creía que estaba redactada.
Orwell nos presenta la historia de un hombre, en el sentido más amplio de la palabra, que realiza un viaje en el que aunque parezca que está descubriendo los entresijos de un sistema, realmente está descubriendo la esencia del ser humano, sus límites y sus miserias.
Es probable que la mayoría de los comentarios que encontréis de sobre el texto se basen en temas políticos y posiblemente desde esa visión lo escribió el autor. Pero para mí también ha sido un viaje, un viaje por mis miedos más profundos, por las situaciones que no quieres ni pensar que se pueden producir, por lo más oscuro de mi alma.
Tal vez os sorprenda, más todavía cuando la interpretación política del texto podría ser muy jugosa con la que está cayendo, pero aunque sí que es verdad que la tengo presente, la lectura más enfocada al ser humano es lo que me ha dejado tocado. Tocado y hundido.
Sí, es posible que Orwell tuviera razón. Es posible que no tengamos que mirar a Korea del Norte o a la antigua URSS para darnos cuenta de que los que nos gobiernan controlan nuestras vidas, nuestro presente.
Orwell nos dice:
Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado, controlará el futuro.
Esta frase es posiblemente lo más profundo que he leído nunca. Ellos controlan nuestro presente, a veces incluso quieren que olvidemos el pasado. Hasta ahora no sabía por qué, ahora sé que es para controlar nuestro futuro. Una generación que olvida, condena a la siguiente a no conocer la verdad. La culpa será nuestra.
Pero esto no es lo importante de la novela para mí. Lo importante es el lado humano del viaje de los personajes. Esa parte que me ha hecho ser consciente de lo que todos podemos llegar a ser capaces de hacer. Esa parte que me ha hecho hacerme las preguntas que nunca quieres hacerte, esa parte que te remueve por dentro y te pone un espejo para que te mires.
Supongo que todos hemos visto imágenes que nos han sobrecogido, imágenes de guerra, de miseria, de niños sufriendo, de dolor y muerte. Actualmente es complicado llegar a molestar nuestra conciencia. Orwell no solo ha logrado eso, ha hecho que sienta odio, miedo, repulsión e incluso malestar físico.
Sin destripar nada, me gustaría comentar que el tiempo que pasa el protagonista en el Ministerio del Amor (solo con escribirlo, mi estómago sufre) ha sido lo más difícil que he leído, visto u oído. Sin ser nada explícito, nada que en principio pueda herir sensibilidades, me ha herido. Me ha herido el alma.
No tiene que ver con el dolor físico, ni con el aislamiento, ni con el sufrimiento psicológico. Es algo más, algo que se suma a todo lo que cuenta, algo que te hace replantearte tu moralidad, algo que hace que te veas a ti mismo traicionando lo que más quieres.
Aunque la imagen del protagonista demacrado, roto, hundido y al borde de la rendición física y mental es algo que también se ha quedado grabado en mi cerebro, lo que realmente me ha dejado en este estado son mis propias reflexiones. Algo que no tiene que ver con el libro ni con los personajes, algo que tiene que ver con la imagen de mí mismo que el libro ha hecho que saliera de lo más profundo para ponerse encima de la mesa.
Para rematarlo, el encuentro entre los protagonistas que ocurre al final de la novela es el pasaje más vacío, más impersonal, más alejado de la humanidad que he leído. Es la decadencia, el fin de la esperanza, del amor, de los valores. Esperas que pase algo, que el autor deje de estrujarte el estómago, que mande una señal. Pero no lo hace y con ello termina de destruirte.
Tal vez en el apéndice final podamos ver, si hilamos muy fino, un resquicio de esperanza. Parece que habla en pasado del idioma que tan bien desarrolla Orwell en la novela. Un idioma creado y pensado para terminar con los recuerdos, para controlar el futuro, para destruir lo que la humanidad fue. Espero que Orwell lo hiciera pensando en darnos un respiro, insinuando que el sistema al final no triunfa.
Esto es lo que me sale al escribir sobre este libro. Pero no penséis que el mensaje es pesimista, al contrario. Me ha hecho levantarme con más fuerza, más maduro, más consciente de lo que soy y con ganas de luchar para no llegar nunca a ser lo que he visto en la historia de los personajes.
Creo que me hace ver la vida desde otro punto de vista, después de sumergirme en la historia de un personaje que pierde todo, incluso su propia esencia, mi vida no parece tan mala. ¡Qué narices! tengo una vida plena. Quiero, me quieren, soy relativamente libre, mi visión es crítica y si sigo acertando con las novelas, creo que puedo llegar a entender mucho mejor lo que soy y lo que quiero llegar a ser.
Para terminar, quiero comentar una frase del libro. Otra de esas frases de Orwell que me ha hecho entrar en bucle mental:
La libertad es la esclavitud.
¿Profunda verdad? Pues lo que de verdad me ha hecho cortocircuito, ha sido cuando uno de los personajes nos sugiere que reflexionemos sobre la frase al revés:
La esclavitud es la libertad.
Parece lo mismo, pero no lo es, ni mucho menos. Ahí os lo dejo para que le deis vueltas…
Sistema de Valoraciones Origen
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10/10
Desarrollo desde Origen
06-11-2016: Solo por haber leído esta novela, merece la pena el camino que estoy recorriendo.
Origen
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En efecto, las ilustraciones son estupendas y reflejan bastante bien el tono de la novela.
Dices que los que nos gobiernan controlan nuestras vidas. Yo creo que puede ser así pero más del modo en que lo plantea Huxley en Un mundo feliz: Una sociedad controlada a través del ocio, y de tener satisfechas todas sus necesidades. No se, me parece.
Totalmente de acuerdo contigo, pero la interpretación de Orwell también tiene una lectura en nuestros tiempos, que por supuesto no pienso comentar aquí.
Un saludo y gracias!
He leído tus tres reseñas sobre los clásicos de la distopía. El único que no he leído ha sido Fahrenheit 451 y ya adelantó que no tardaré en hacerlo.
Creo que muy acertado el orden que has elegido para leerlas, en un descenso a la oscuridades humanas. Cuando leí 1984 me quedé con esa misma sensación de malestar de la que hablas. Es increíble lo que el libro le hace a tu mente, sin imágenes, sin pasajes muy explícitos. Es un libro para sacar muchas lecturas, pero que creo que hay que leer con la mente abierta y en el máximo de paz posible porque te da una «tunda» bastante seria.
Buena reflexión y gran reseña.
Un abrazo
Nada que objetar señoría.
Lo has clavado. De verdad, palabra por palabra. Hay un antes y un después de leer 1984
¡Gracias!